lunes, 29 de abril de 2013

He aquí el segundo Mensajero de la nueva etapa de trabajo.




La columna del director
Cuando  la  brisa  de  esta  época  nos acaricia el rostro, ya podemos sentir  la frescura  del  invierno  cercano.  El  año ya corre hacia sus postrimerías y percibimos  los colores  invernales y nos  llegan  los  ecos  de  los  cantos  navideños.
Se  acerca una  etapa muy hermosa,  especialmente  para  la  cristiandad.  Hay quienes  piensan  que  terminar  un  año más no es motivo de fiesta. Hay otros que aseguran que la alegría navideña es solo una mascarada, que se ha ido perdiendo su verdadero  ideal, y que es un momento que solo  les viene bien a  los comerciantes.  Hay  otros  más  que  se oponen a estas celebraciones alegando que tienen un origen pagano, y afirman que  los cristianos no deben festejar en esta  fecha. Quizá hay un poco de verdad en cada uno de estos argumentos; pero,  ¿vamos  por  eso  a  despreciar  la parte buena?  La realidad es que a los que amamos a Cristo, no nos  importa demasiado que esta fiesta haya tenido origen en la Roma pagana, ni que la fecha escogida no sea  correcta,  ni  que  la mayoría  de  las personas celebren la navidad por otros motivos,  ni  que  los  comerciantes  aumenten  sus  ganancias;  a  nosotros nos interesa celebrar el hecho de que nuestro  Salvador  haya  venido  al  mundo para darnos la esperanza de vivir con él desde ahora y hasta la eternidad. Esa es una  razón que  sí merece  ser  tenida en cuenta  para  regocijarnos. Todo  lo  demás  son  pequeñeces  que  solo  sirven para estorbar  la verdadera adoración y para crear desacuerdos y desunión entre los hijos que Dios.
Quitemos  toda  raíz  de  amargura,  disfrutemos  de  estos  días  hermosos brindemos de nuestra paz  a  las personas  que  nos  rodean.  Respondamos  a toda  inquietud con un acto propio del espíritu  navideño:  con  un  acto  de amor,  de  comprensión,  de  consuelo, de esperanza. Acerquémonos a la navidad con sencillez, con  la humildad del
Mesías, que  siendo  el Rey del Universo, escogió para venir al mundo a una familia pobre y un establo de Belén. A todos mis hermanos de la Iglesia y a todos  los amigos  los exhorto, más que a poner un arbolito y a colgar adornos en  las  casas,  a  vestirnos  de  gracia  y virtud; a abrir nuestras vidas al Redentor. Si en aquel entonces el Señor, que estaba  por  nacer,  no  tuvo  quien  le brindara un lugar confortable, que tenga  hoy  una morada  en  nuestros  corazones; que nazca cada día en nosotros; que  no  le  falten  nuestras  ofrendas  y nuestra  adoración.  Compartamos  este motivo  de  regocijo  con  todos  los  que quieran  aceptarlo. Una  buena muestra de agradecimiento al Maestro es  llevar su recuerdo y su enseñanza a toda criatura.  Mientras  exista  un  cristiano  en este  mundo,  no  debe  permitir  que  el mensaje del Señor  se apague. La navidad  es  una  etapa  de  siembra;  es  un momento  apropiado  para  esparcir  la simiente del Evangelio.

Eliezer Simpson Jackson
Presidente de la iglesia en Cuba

¿CUÁNDO NACIÓ CRISTO?
  Continuamente nos  encontramos  con  hermanos que sitúan la muerte de Cristo y el comienzo de la iglesia en el año 33 d. C. En realidad el año de la crucifixión  y  el  año  del  establecimiento  de la  iglesia  no  son  vitalmente  importantes. Lo que  sí  es  importante  es que  la iglesia  comenzó  el  primer Pentecostés después de la muerte de Cristo. Pero si vamos a hacer uso de fechas, hemos de tomar en cuenta los datos más precisos que estén a nuestro alcance. 
Un mes lunar es casi equivalente  a  29  ½  días.  Doce  meses lunares suman cerca de 11 días menos que un año solar, el cual se  constituye  de  365  días,  5 horas,  48 minutos  y  46  segundos.  Por  otro  lado,  13 meses  lunares, que  equivalen  a  cerca  de  383  ½,  se pasan más de 18 ½ días. En el año 46 a. de Cristo, Julio César reajustó el año del  calendario  porque  antes  de  ese tiempo,  por más  de  700  años,  el  año regular  había  sido  compuesto  de  10 meses, o sea 304 días. El año 46 a. de Cristo  tuvo  445  días.  Con  esto  uno puede comenzar a ver cómo surgen los problemas  al  tratar  de  establecer  con precisión una fecha. Los romanos, que eran el poder predominante  cuando  Jesús  nació,  generalmente  situaban  todos  los  eventos  a partir de  la fundación de Roma, Anno Urbis I.  En  el  siglo VI de nuestra  era,  el Papa decidió  tener  un  calendario  que  comprendiera  todos  los  eventos  ocurridos  desde el nacimiento de Jesús. Comisionó a  un  monje  de  nombre  Dionisio Exiguo para  la  tarea. Cuando el calendario  estuvo  terminado,  fue  gradualmente aceptado en todo el mundo cristiano,  llegando  a  usarse  comúnmente en 1400. Sin embargo Dionisio calculó mal, dejando de 4 a 6 años adelantados a  la  fecha  verdadera.  Las  fechas  que aparecen en muchas Biblias están basadas en el calendario de Dionisio. En el siglo XVI el Papa Gregorio XIII trajo  a  existencia  el  actual  calendario gregoriano. Este  tiene  12meses,  7  de ellos  con 31 días  y 4  con 30 días.  Febrero  tiene  28  días. Cada cuatro años, el año  llamado bisiesto del calendario, incluye  un  mes  de  febrero con  29  días.  El  calendario gregoriano es tan preciso que hoy,  casi  400  años  después  de  haber sido  creado,  apenas  estamos  unos  segundos  adelantados,  y  esto  se  debe  al hecho de que el sistema solar está perdiendo  velocidad  (0.53  segundos  cada 100 años). Había  una  diferencia  de  3  años  y  10 días entre el calendario gregoriano y el calendario  de Dionisio.  Esta  es  la  razón por la cual se dan diferentes fechas para  el  nacimiento  de  hombres  célebres. Así que no hay por qué no aceptar un cambio en  la fecha de  la muerte de Cristo y el establecimiento de la iglesia. Los eruditos modernos han descubierto  que  algunas  de  las  fechas  romanas cerca  del  comienzo  de  la  era  cristiana no pueden ser  reconciliadas con el calendario  de  Dionisio,  quien  puso  la muerte de Cristo en el año 33 d.C. Por ejemplo, de acuerdo a los anales romanos, Herodes  el Grande, quien gobernaba Judea cuando Jesús nació (Mateo 2:1), murió en el año 750 Anno Urbis. El calendario de Dionisio sitúa el nacimiento de Cristo  en  el  año  754 Anno Urbis  en  aparente  contradicción  con fechas  bien  establecidas  en  los  registros  romanos.  Jesús  probablemente nació en 749 ó 750 Anno Urbis. Esto es  4  a  6  años  antes  que  la  fecha dada en  el  calendario  de Dionisio,  y  3  a  5 años  antes  que  el  calendario  que  rige hoy. De ahí que, en la literatura moderna,  los  eruditos  dan  como  fecha  del nacimiento de Cristo entre el año 4 y 5 a. C. y su muerte en el año 29 ó 30 d. C.
William S. Cline.
La Voz Eterna, Octubre 1975
¿Cuándo  ocurrió en  verdad  el  nacimiento  de  Cristo? Descripción: http://www.blogger.com/blogger.g?blogID=1459085442583712119#editor/target=post;postID=2373476575298127710En  cuanto  al  mes y el día nadie tiene información  en  lo absoluto.  Sencillamente  no  se  sabe  nada.  Los  pastores que  "guardaban  las  vigilias  de  la  noche" es una indicación de que Jesús no nació en el invierno (diciembre). En  el  evangelio  de  Lucas,  el  capítulo tres revela que Jesús tenía como treinta años  de  edad  cuando  fue  bautizado por  Juan.  De  manera  que  al  contar para  atrás  "catorce"  años  desde  la  fecha que Tiberio César  llegó  a  ser  emperador,  la  fecha  del  nacimiento  de Jesús puede ser colocada  según el año apropiado al calendario de las Olimpiadas; porque Lucas también dice en ese mismo  capítulo que  Jesús  fue bautizado en "el año decimoquinto del  imperio de Tiberio César". Pero esto puede ser  confuso  porque  había  dos  fechas para el comienzo del  imperio de Tiberio:  (1) Cuando  él  realmente  comenzó a  gobernar  y  (2)  cuando  el  Senado  lo invistió  formalmente  con  la  púrpura imperial. Desde el comienzo del año 11, cuando él  celebró  un magnífico  triunfo,  hasta la  fecha  de  la  muerte  del  emperador Augusto, en el año 14, Tiberio permaneció  casi  todo  el  tiempo  en  Italia,  y ejerció  la  posición  de  emperador  adjunto y no de un presunto heredero. El Senado lo instaló en septiembre 17, del año 14. Ahora  se  sabe  que  Lucas  estaba  contando a partir del año 11 en vez del 14, lo  cual  colocaría  el  bautismo  de  Jesús en el año 25 ó 26 d. C., en vez del año 30 d. C., como antes se pensaba. Parece que Lucas estaba también consciente  de  ambas  fechas  del  comienzo del  gobierno  de  Tiberio  porque  él mencionó  a  otras  celebridades  de  ese mismo  tiempo  (Lucas  3:1-2).  Si  la  fecha del reinado de Tiberio hubiera sido un  hecho  bien  establecido  en  aquel tiempo,  no  hubiera  habido  necesidad del  versículo  2.  La  fecha  de  Cirenio, gobernador  de  Siria  (Lucas  2:2),  también concuerda con la fecha de 4 ó 5 a. C.  (Que  ahora  es  reconocida  como  la fecha del nacimiento de Cristo).
Burton Coffman
La Voz Eterna, Enero 1985. 
  ¡Iglesia, a tu oficio!
Por el miembro ungido Alfredo M. Suárez Sanfiel.  
Jesús dijo: “La mies a la verdad es mucha, más  los obreros pocos; por tanto, rogad  al  Señor  de  la  mies  que  envíe obreros a su mies” (Lucas 10:2). Hoy  estas  palabras  del  Señor  parecen tener más  importancia que nunca. Por una parte,  la población de  la Tierra  se ha incrementado a tal punto que preocupa  a  los  gobiernos  de  este mundo, parece que somos tantos que ya el planeta no soporta más. Justo en días pasados se  llegó a  la cifra de 7000 millones de habitantes; y se sigue creciendo aceleradamente.  De  la  otra  parte,  el número  de  obreros  fieles  en  la  viña parece ir en descenso. Es  impactante  la  desproporción  entre siervos  de Dios  y  aquellos  que  no  le sirven. Pero  lo más preocupante no es
que  seamos  pocos  en  número,  sino que tantos estén yendo a condenación, ¿qué  excusas  vamos  a  presentar  ante Dios? No deja de  ser cierto que  se alcanza a muchos a través de distintos esfuerzos y ministerios, pero de todos los que se alcanzan  se  quedan  solamente  unos  pocos. Hay  un  problema:  se  está  perdiendo  gran  parte  de  la  cosecha. Esta realidad  nos  plantea  tremendo  reto como obreros de la mies de Dios. Esta situación  nos  trae  muchas  preguntas Ineludibles  y  reflexiones.  Lo  primero que  debemos  preguntarnos    es    sobre  nuestro  nivel   de compromiso con su obra. Debemos ser imitadores de Cristo  también  en  el  celo  por  la  obra  de Dios. Mientras anduvo en este mundo nada  fue más  importante que hacer  la obra del que lo envió (Juan 4:34). ¡Qué  bueno sería que nos moviera el mismo sentir de Jesús, que sintiéramos la misma  responsabilidad  por  la  obra  de Dios!; sin dudas el reconocer la importancia de la tarea nos elevaría por encima  y más  allá  de  las  necesidades  corporales y mundanales. El haber escuchado la Palabra de Dios conlleva una gran  responsabilidad. Se-remos  juzgados según  lo que hayamos tenido oportunidad de saber. También seremos juzgados según el llamado que hayamos  recibido  del  Señor,  según  la tarea  que  nos  encomendó  (Mateo 25:14-30). A  un  niño  se  le  consienten cosas que se condenarían en un adulto; a  un  salvaje  se  le  perdonan  cosas  que se castigarían en un civilizado. La responsabilidad es  la otra cara del privilegio. Lo  segundo  que  debemos  preguntarnos es qué hacemos bien y en qué estamos  fallando.  Casi  cualquier  proceso es  susceptible de  ser mejorado u optimizado. Aun Moisés,  el  siervo  fiel  en toda la casa de Dios, pudo recibir consejo sabio de su suegro (Éxodo 18:24). Casi  siempre  se  puede  encontrar  una mejor manera  de  hacer  las  cosas. Recordemos  además  las  palabras  del apóstol:  “Por  lo  demás,  hermanos, todo  lo que es verdadero,  todo  lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo  amable,  todo  lo  que  es  de  buen nombre;  si  hay  virtud  alguna,  si  algo digno  de  alabanza,  en  esto  pensad”  (Filipenses  4:8). Aquí  virtud  (del griego areté) equivale a excelencia. Dios quiere que sus hijos seamos excelentes, ¿no  es  evidente?  Es  nuestro  deber marchar  en  pos  de  la  excelencia  en todos los aspectos de nuestro servicio. Es  difícil  además  no  hacer  comparaciones;  por  tanto,  nos  hace  mirar  a nuestra historia: ¿qué hemos hecho en el  pasado?;  a  nuestro  presente:  ¿qué estamos  haciendo  hoy?,  y  a  nuestro porvenir:  ¿qué  haremos  y  seremos  en el futuro?  Nuestra  historia  ha  sido  gloriosa  en muchos sentidos. No olvidemos nuestra  historia,  no  olvidemos  los  sacrificios y  las enseñanzas de nuestros  fundadores.  Ernest William  Sellers,  después  de  30  años  de intensa  labor misionera, dejó como  resultado 325  iglesias  o  misiones  establecidas,  20  mil miembros y 600 misioneros trabajando a  tiempo  completo, a lo largo y ancho  del país. En algunos momentos y lugares  fuimos  el  movimiento  religioso más activo, superando a la iglesia católica y a  las principales denominaciones protestantes.  Este  siervo  de  Cristo  se gastó  literalmente  en  su  servicio  a Dios. De él se pudo escribir con  justicia: “Daddy  John,  un  apóstol  no  de hombres ni por hombres, mas por  Jesucristo y por Dios el Padre. Ha viaja-do por 8 países, 132 estados y  territorios. Ha predicado el Evangelio en más de mil  ciudades  y pueblos. Está  ahora en esta ciudad para enseñar y predicar el  Evangelio,  sanar  a  los  enfermos, limpiar  leprosos,  echar  fuera  demonios: todo sin  dinero y sin precio…” Hoy  la  iglesia ha despertado al propósito con el que Dios nos levantó: como su pueblo, como una iglesia santa…  En  el presente  la  iglesia  está haciendo grandes  esfuerzos  en  la  dirección  correcta. Más  que  nunca  se  está  capacitando  a  líderes  y  obreros  para  una  labor  eficiente  y  eficaz. Es  bueno  decir que se ha triplicado el número de hermanos  en  el  curso ministerial  y  se  ha llevado  la  capacitación  a otras provincias. El reciente recorrido por todas las congregaciones del país, efectuado por la Dirección Nacional de  la  iglesia, ha brindado una cantidad considerable de información útil para tomar decisiones más  sabias. Hoy,  entre  otras  cosas,  se exhorta  con  gran  empeño  a  la  labor misionera,  se  trata  de  involucrar  a  la juventud en el ministerio, se perfeccionan  mecanismos  para  medir  resultados, y se  tiene a un pastor en cada  localidad. Nuestro  futuro  está  en  las  manos  de Dios; pero para poder entrar en el futuro  que  él  quiere  para  nosotros  nos manda  que  nos  esforcemos  y  seamos valientes (Josué 1:6). Él no quiere actitudes negativas (Números 13:28-33). Y no  quiere  a  nadie  ocioso  en  su  mies (Mateo  20:16).  Gran  profundidad muestra  el  lema  apostólico  del  año 1944:  “¡Todo  en  acción  para  Dios! ¡Buscar al perdido! Un esfuerzo mejor organizado.  ¡Evangelizar  a Cuba!” Reflexionemos  sobre  este pensamiento  y hagamos  su  obra,  sabiendo  que  nuestro  trabajo  en  el Señor no  es  en  vano (1 Corintios 15:58).  

Se ha dicho,  y  con  razón,  que no hay nada más  importante  en  el mundo  en que  vivimos  que  el  ministerio  de  la iglesia  cristiana. Pudiera decirse que la iglesia, si funciona bien, es la esperanza del  mundo.  A  esa  declaración  debe añadirse que no hay nada más  importante dentro de las funciones de la iglesia,  que  el ministerio  del  pastor  como una  alternativa  para  una  sociedad desamparada,  que  en  su  conformidad se  mueve  hacia  la  brutalidad  y  a  un final solitario en desesperación. El  mundo  clama  constantemente  por hombres de Dios que  le señalen el camino que conduce hacia la vida eterna. Recientemente  tuve  una  experiencia que  me  ha  hecho  meditar  profundamente en la necesidad de estar siempre a  la altura de  la demanda de  las almas. Era de noche, venía caminando a casa después de celebrar una reunión de    grupo pequeño,  y  tomé por una  calle que no  transito habitualmente, oí una voz  a  mis  espaldas  que  me  llamaba insistentemente. Cuando me detuve vi a una mujer que en algunas ocasiones había visitado  la  iglesia, pero sin mostrar ningún deseo de  conocer más de cerca  a  Dios;  a    me  parecía  más bien  apática  a  todo  lo  que  veía  u  oía en la iglesia. Su pedido me sorprendió: “Pastor,  por  favor,  dígame  algo  de parte de Dios para mí, particularmente”. Gracias a la misericordia de Dios, este  siervo  tuvo  en  ese momento  un mensaje del Espíritu Santo para ella, y por su cara empezaron a correr abundantes  lágrimas;  en  plena  calle  fue confrontada por el Dios del cielo.
Hay hambre y sed de escuchar la palabra  de  poder,  la  palabra  que  puede transformar corazones de piedra. Pero la  fe en  los heraldos del Evangelio  se ha estado perdiendo y debe restaurarse a la mayor brevedad posible.  Nos relata la Biblia que la gente iba  tras  Jesús  porque  sus  palabras  contenían  poder  y  vida.  Sus  enseñanzas eran  un  reflejo  de  su  vida  diaria.  En muchos  casos  se  puede  olvidar  un sermón, pero una vida dedicada a cuidar de  las ovejas  es  algo que perdura en  la memoria  del  creyente.  Sin  embargo,  los  tiempos han cambiado y es bueno que nos planteemos con realismo  la situación a  la que nos enfrentamos hoy día. No para  evadir  responsabilidades,  sino  para  hacer  el  mejor trabajo  posible  dentro  de  las  circunstancias  que  nos  rodean.  La maldad está subiendo de tono cada vez más; la violencia  en  todos  los  sectores  de  la sociedad es increíble; creo incluso que  ya no  se debe hablar de  la pérdida de valores,  sino  de  la  creación  de  otros totalmente nuevos que ignoran todo lo decente  y  a  Dios.  En  medio  de  esto realizamos nuestro trabajo.
En Colosenses 4:17, leemos el siguiente mensaje  de Pablo  dirigido  a Arquipo: “Mira  que  cumplas  el  ministerio que recibiste en el Señor".  En  Efesios  3:2  leemos: “…si  es  que habéis oído de  la  administración de  la gracia  de Dios  que me  fue  dada  para con vosotros”. De la palabra mayordomía,  como  se  encuentra  en  el  original griego,  procede  la  palabra  administración. Cristo es el mayordomo o administrador  a quién  el Padre  le ha  encomendado su propósito. El pastor es un mayordomo  o  administrador  de  las muchas  responsabilidades  que  asumió al  aceptar  el  llamamiento  del  Señor. Todos  nos  enfrentamos  a  nuestras debilidades ante la magnitud de la tarea y  nos  sentimos  inadecuados.  Nadie necesita  decirnos  que  no  somos  suficientemente competentes para el trabajo que  tenemos por delante. La mayo-
ría de  las  veces nos  enfrentamos  a  las expectativas de la gente que nos pide y espera más  de  lo que  podemos  entregar.  ¡Qué  fácil  es  perder  el  ánimo  en tales circunstancias! Es entonces oportuno acudir a 2 Corintios 4:7-9: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios,  y  no  de  nosotros,  que  estamos atribulados  en  todo, mas  no  angustiados;  en  apuros, mas  no  desesperados; perseguidos,  mas  no  desamparados; derribados, pero no destruidos”.
Hermano pastor, Dios nos sostendrá  hasta el  fin. “Sé  fiel hasta  la muerte, y yo  te daré  la corona de  la vida”. Aunque pases por  el  agua, o por  el  fuego; aunque vengan mil demonios sobre  tu vida, la mano poderosa del Señor Jesucristo  te va a sostener, en medio de  la guerra, en medio de la batalla vas a ser más  que  vencedor  en  el  nombre  de Jesús. Si te sientes débil, él es Fuerte; si te  sientes  ignorante,  él  es  sabio;  si  te sientes pobre, él es rico: Cristo Jesús es nuestro  brazo  poderoso  y  él  nos  sostendrá. Llegaremos  a  la meta. Llegaremos  con  la  antorcha  encendida  y  allí nos  reuniremos  todos;  una  multitud que nadie puede contar se reunirá alrededor  del  trono  del  Señor,  dándole gloria al Príncipe de los pastores.
1. Intercesor (1Juan 2:1)
2. El  Todopoderoso  (Apocalipsis  1:8; Mateo 28:18)
3. El Alfa y la Omega (Apocalipsis 1:8;  22:13)
4. El amén (Apocalipsis 3:14)
5.  Apóstol  de  la  fe  que  profesamos (Hebreos 3:1)
6.  El  sacrificio  por  el  perdón de nuestros pecados (1 Juan 2:2)
7. El autor de la vida (Hechos 3:15)
8. El iniciador y perfeccionador de  nuestra fe (Hebreos 12:2)
9.  El  autor  de  la  salvación  (
Hebreos 2:10)
10.  El  principio  y  el  fin  (Apocalipsis 22:13)
11.  El  único  y  bendito  soberano (1Timoteo 6:15)
12. El pan de Dios (Juan 6:33)
13.  El pan de vida (Juan 6:35; 6:48)
14.  La piedra angular (Hechos 4:11; 1 Pedro 2:7; Efesios 2:20)
15.  El pastor supremo (1 Pedro 5:4)
16. El Cristo (1 Juan 2:22)
17.  Creador (Juan 1:3)
18.  El libertador (Romanos 11:26)
19. La vida eterna (1 Juan 1:2; 5:20)
20. Padre eterno (Isaías 9:6)
21.  La puerta (Juan 10:9)
22.  Fiel  y  verdadero  (Apocalipsis 19:11)
23. El testigo fiel (Apocalipsis 1:5)
24. El testigo fiel y veraz (Apocalipsis 3:14)
25. El  primero  y  el  último (Apocalipsis 1:17; 2:8; 22:13)
26. El primogénito de  la  resurrección (Apocalipsis 1:5)
27. Dios  (Juan 1:1,18; 20:28; Hebreos 1:8;  Romanos  9:5;  2  Pedro  1:1;  1
Juan 5:20; etc.)
28. El buen pastor (Juan 10:11,14)
29. El gran pastor (Hebreos 13:20)
30.    Gran  sumo  sacerdote  (Hebreos 4:14)
31. Cabeza de  la  iglesia  (Efesios 1:22; 4:15; 5:23)
32. Heredero de todo (Hebreos 1:2)
33.  Sumo sacerdote (Hebreos 2:17)
34.  El verdadero (Apocalipsis 3:7)
35. El santo (Hechos 3:14)
36.  Esperanza (1Timoteo 1:1)
37.    La  esperanza  de  gloria (Colosenses  1:27)
 38. Poderoso salvador (Lucas 1:69)
 39. Yo Soy (Juan 8:58)
 40.  La  imagen  de Dios  (2  Corintios 4:4)
 41. El rey eterno (1 Timoteo 1:17)  (Hebreos 13:20) 42. El rey de Israel (Juan 1:49)
 43.  El  rey  de  los  judíos  (Mateo 27:11)
 44.  Rey  de  reyes  (1Timoteo  6:15; Apocalipsis 19:16)
 45.  Rey  de  los  siglos  (Apocalipsis 15:3)
 46. El cordero (Apocalipsis 13:8)
 47. El cordero de Dios (Juan 1:29)
 48.  Cordero  sin mancha  y  sin  defecto (1 Pedro 1:19)
 49.  El  último  Adán  (1  Corintios 15:45)
 50. La vida  (Juan 14:6; Colosenses 3:4)
 51. La luz del mundo (Juan 8:12)
 52.  El  león  de  la  tribu  de  Judá (Apocalipsis 5:5)
53. El que vive (Apocalipsis 1:18)
54. La piedra viva (1 Pedro 2:4)
55. Señor (2 Pedro 2:20)
56. El  Señor  de  todos  (Hechos 10:36)
57. El  Señor  de  la  gloria  (1 Corintios. 2:8)
58. Señor  de  señores  (Apocalipsis 19:16)
59. El SEÑOR  (YHVH) es nuestra Salvación (Jeremías 23:6)
60. El hombre celestial (1 Corintios 15:48)
61. Mediador  de  un  nuevo  pacto (Hebreos 9:15)
62. Dios fuerte (Isaías 9:6)
63. La brillante  estrella de  la mañana (Apocalipsis 22:16)
64. La  raíz  y  la  descendencia  de David (Apocalipsis 22:16)
65. El Hijo unigénito de Dios (Juan 1:18; 1 Juan 4:9)
66. Nuestro  gran  Dios  y  Salvador (Tito 2:13)
67.   Nuestra  santificación  (1 Corintios 1:30)
68.  Nuestro  esposo  (2  Corintios 11:2)
69.  Nuestro  protector  (2  Tesalonicenses 3:3)
70.   Nuestra  redención  (1 Corintios 1:30)
71. Nuestra justificación (1 Corintios 1:30)
72. Nuestro  cordero  pascual  (1 Corintios 5:7)
73.  El  poder  de  Dios  (1  Corintios 1:24)
74.   Piedra principal escogida y preciosa (1 Pedro 2:6)
75. Príncipe de paz (Isaías 9:6)
76. Profeta (Hechos 3:22)
77.  La  resurrección  y  la  vida  (Juan 11:25)
78. Vástago justo (Jeremías 23:5)
79. El justo (Hechos 7:52; 1Juan 2:1)
 80. La roca (1 Corintios 10:4)
81.  La  raíz  de  David  (Apocalipsis 5:5; 22:16)
82.  El  soberano  de  la  creación  de Dios (Apocalipsis 3:14)
83. El  soberano  de  los  reyes  de  la tierra (Apocalipsis 1:5)
84. Salvador  (Efesios  5:23; Tito  1:4; 3:6; 2 Pedro 2:20)
85. Hijo de David (Lucas 18:39)
86. El Hijo de Dios  (Juan 1:49; Hebreos 4:14)
87. El Hijo del hombre (Mateo 8:20)
88. Hijo del Altísimo (Lucas 1:32)
89.  Autor  de  salvación  eterna  para todos  los  que  le  obedecen  Hebreos 5:9)
 90. El único mediador (1Timoteo 2:5)
91.  91. La piedra que desecharon los   constructores (Hebreos 4:11)
92. El verdadero pan (Juan 6:32)
93. Luz verdadera (Juan 1:9)
94. La vid verdadera (Juan 15:1)
95.  La verdad (Juan 1:14; 14:6)
96. El camino (Juan 14:6)
97.  La  sabiduría  de  Dios  (1  Corintios 1:24)
98. Consejero admirable (Isaías 9:6)
99. El verbo (Juan 1:1)
100.  El  verbo  de  Dios  (Apocalipsis 19:13)




















LOS DOS AMIGOS Y EL OSO
 A dos amigos se aparece un oso,
El uno, muy medroso,
En las ramas de un árbol se asegura;
El otro, abandonado a la ventura
Se finge muerto repentinamente.
El oso se le acerca lentamente;
Mas como este animal, según se cuenta,
De cadáveres nunca se alimenta,
Sin ofenderle le registra y toca,
Huélele las narices y la boca;
Ni le siente el aliento
Ni el menor movimiento,
y así se fue diciendo sin recelo:
—Este, tan muerto está como mi abuelo.
Entonces el cobarde,
De su gran amistad haciendo alarde,
Del árbol se desprende muy ligero,
Corre, llega y abraza al compañero;
Pondera la fortuna
De haberle hallado sin lesión alguna,
y al fin le dice: —Sepas que he notado
Que el oso te decía algún recado.
¿Qué pudo ser? —Te diré lo que ha sido,
Estas dos palabritas al oído:
“Aparta tu amistad de la persona
Que si te ve en el riesgo te abandona.”

Jean de La Fontaine (1621-1695), 
Fábulas 1694.

  


Si los animales pudieran hablar...

Pequeños vecinos de Dios 
Mi  padre  vino  volando  con  un buen bocado en el pico. Como un plumero  la presa  le  colgaba de  ambos  lados del pico. Al momento abrí el mío todo  lo que pude. Pero  él ni por  asomo quería  llenarme  la boca de alimento. Ansioso de pillar algo de comer me estiré  hasta  el  borde  del  agujero  de salida.
 De  repente  se  echó  atrás  y  yo caí al vacío gritando. Por un momento intenté todavía agarrarme a él. Moviendo  las  alas  desesperadamente  caía  a toda velocidad; pero antes de estrellarme como yo esperaba, noté de repente que  sabía  volar.  Tambaleándome  torpemente  seguí  a mi padre hasta  el  árbol  más  cercano.  Después  de  haber descansado un rato, yo mismo me atreví a saltar hacia abajo. Ahora volaba yo inmediatamente  detrás  de  él  imitando todas  las  curvas  y  cambios  de  dirección,  las  subidas  y  bajadas.  Después intenté volver al nido. Pero no lo logré en  seguida. Con  la  ayuda de mi padre lo conseguí y me metí cansado y sofocado al nido pegado en la pared.
Mi nombre Soy una golondrina, «delichon urbica». Mi  nombre  latín  se  deriva  del  griego «he chelidon»,  lo que significa sencillamente  «la  golondrina».  Pero  alguien debió  confundir  las  letras  y  de «chelidon» hicieron «delichon», palabra que no tiene ningún sentido. El atributo «urbica», es decir, perteneciente a  la ciudad,  debía  documentar  que  vivo cerca de los hombres. Mis músculos para volar  ¿Sabe usted, por qué las aves podemos volar? No  es  tan  sencillo  como  usted piensa.  El  Creador  tuvo  que  ajustar todo  nuestro  organismo  para  este  fin; porque no basta con  tener plumas solamente;  se  necesita  fuerza  y  destreza.
Nuestro  colega más pequeño,  el diminuto colibrí, que solo mide 3 centímetros, es capaz de batir sus alas 80 veces por  segundo.  Si  usted  quisiera  usar  la misma fuerza en relación con su peso, entonces  tendría  que  levantar  por  segundo el peso de 56 sacos de cemento a  una  altura  de  un metro. Así  que,  se habrá convencido usted que se necesita mucha  fuerza  para  volar. Nuestros músculos del vuelo pertenecen, por  lo tanto a los más potentes que existen en el reino animal.
Mis plumas
Seguro que habrá oído usted de la teoría  según  la  cual  nuestras  plumas  se habrían  desarrollado  partiendo  de  las escamas de  los  reptiles. No, no puedo creer tal cosa. Creo lo que dice su propia confesión de fe: Creo que Dios me creó al igual que todas las criaturas. 
Tome usted una de nuestras plumas  y póngala debajo de una potente  lupa o, mejor todavía, debajo de un microscopio para observar su estructura. Hallará usted  una  combinación  genial  entre consistencia,  elasticidad  y  ligereza («más ligero que una pluma»), que para sus  constructores de  aviones  es  imposible  de  imitar. Del  eje  córneo  de mi pluma  parten  a  derecha  e  izquierda varios cientos de ramas paralelas.
En la grulla son unas 650. Eso  lo podría usted apercibir a simple vista y contarlas usted  mismo  si  fuera  necesario.  Pero de cada una de estas 650 ramitas salen otra vez varios cientos de pares de filamentos o barbillas hacia arriba y abajo, lo cual equivale a más de millón y medio en total. Para  que  el  aire  no  pase  sin  hacer  su efecto entre  las  ramitas a ambos  lados del cañón de la pluma, era necesario un mecanismo  que  uniera  esas  muchas cientos de barbillas de manera elástica.
Mi Creador  lo ha  realizado por medio de  una  especie  de  cremallera  refinada. En el  lado  inferior de cada  ramita hay cientos  de  ranuras,  mal  comparado  a canalones  del  revés.  En  la  pluma  de una grulla son 600. Precisamente ahí es donde  enganchan  los  600  ganchos  o barbicelas  de  la  parte  superior  de  la ramita de más abajo. Lo maravilloso es que  los ganchitos pueden escurrirse de un  lado  para  otro  dentro  de  las  ranuras, con lo cual la barba de la pluma se puede ensanchar de manera claramente visible o volver a estrecharse. Esta  propiedad  es  importante  para  mi  vuelo  planeador.  Y  si alguna vez se abriera una de esas diminutas cremalleras, la puedo volver a  poner  en orden  fácilmente  con mi pico. ¿No es fantástico mi Creador?
Mis alas
Cuando una corriente de aire circunda un ala se producen  fuerzas que  la empujan hacia arriba. Detrás de todo esto hay  una  teoría  bastante  complicada con  la que no quiero aburrirle a usted. Lo  sorprendente  es  que,  a  diferencia de  sus  aviones,  yo puedo modificar  el perfil de mi  ala  siempre que  sea necesario, alzando unas plumas en el extremo  exterior,  con  lo  que  aumenta  la fuerza  que  empuja  hacia  arriba.  Esto naturalmente,  solo  funciona  cuando me encuentro en el aire. Si mis plumas estuvieran  sujetas de manera  rígida  en las  alas,  yo  podría  batir  mi  ala  hacia abajo  obteniendo  una  cierta  fuerza  de ascenso, pero al momento, me estrellaría contra el suelo, porque lógicamente tengo que volver a subir el ala,  lo cual me  apretaría  otra  vez  hacia  abajo.
 Mi Creador  también se ha preocupado de que  al  levantar  las  alas,  las plumas  automáticamente giren un poco, para que estén  abiertas  como  las  tablillas movibles de una celosía y dejen pasar el aire. Al bajar el ala, se vuelven a cerrar y yo puedo  elevarme  por  los  aires.  Puesto que mis alas además están  ligeramente retorcidas como  la hélice de un avión, cada aletada me impulsa hacia adelante.
Mi arte de volar
Ya sabe usted que el Creador ha hecho de  nosotras  excelentes  voladoras.  Ha habido  ornitólogos  que  han  llegado  a pensar que dormíamos en el aire, porque durante noches enteras no volvíamos a nuestros nidos. De hecho, nos  pasamos  la  mayor  parte  de  nuestra vida  volando.  Volamos  como  flechas. Y  cuando  tenemos  que  salvar  nuestra vida,  volamos  tan  alto  y  tan  veloces que salen perdiendo hasta los halcones.
Para  poder  adaptar  nuestra  velocidad de  vuelo  a  necesidades  determinadas, se nos ha dado la capacidad de aumentar  o  reducir  la  superficie  de  nuestras alas.  Por  medio  de  un  mecanismo magnífico,  el  Creador  ha  perfeccionado  todavía  las  propiedades  especiales de nuestro plumaje. Cerca de donde se inserta el cálamo de la pluma en la piel, hay determinadas vías nerviosas. Cuando por una corriente de aire las plumas sufren una presión adicional, entonces estos  nervios  inmediatamente  se  lo transmiten  al  cerebro.  El  cerebro  al instante da la orden de cambiar la posición  de  las  plumas  individuales  con arreglo  a  ello.  Todo  esto  ocurre  en décimas de segundos. Para ello, más de 1.200  diminutos  músculos  están  sujetos  a  las  raíces  de  las  plumas.  ¿Puede usted aún seguir creyendo que mis plumas  han  evolucionado  de  las  escamas de los reptiles?
Mi pulmón
Cuando usted  sube  los muchos peldaños de la torre de una iglesia, llega arriba  jadeante.  Usted  respira  entonces con mayor  frecuencia  que de  costumbre.  A  nosotras  nos  pasa  lo  mismo, como  es  natural.  Estando  en  reposo respiro unas  26  veces por minuto.  ¡Al volar esta cifra se eleva a 490! Se podrá usted  imaginar que un sistema pulmonar  normal  no  resistiría  eso.  Por  eso nuestro Creador ideó algo especial para nosotras.
Al volar, mi pulmón  tiene el  apoyo  de  una  serie  de  fuelles.  Son sacos  aéreos  de  diferente  tamaño  que están unidos con el pulmón y con ciertos huecos en  los huesos. Por el constante encoger y expandir de los músculos  del  vuelo,  estos  sacos  aéreos  se aprietan  y  dilatan  al mismo  ritmo.  Se llenan por la presión del viento contrario  al  volar.  Por medio  de  esta  construcción  especial,  el pulmón  se ventila dos veces con cada respiro (al aspirar y al  vaciar  a  presión  los  sacos  aéreos).
Los  sacos  aéreos  además  sirven  de refrigeración  para  la  musculatura  del vuelo  que  tanto  trabaja,  y  sirven  de almohadón para los órganos  interiores.  Esto  también  es absolutamente  necesario,  porque  de otra manera nuestras  tripas con el vaivén constante producido por el repentino  acelerar  y  frenar,  no  pararían  y tendríamos que vomitar. 
Mi alimento
Lo  encuentro  literalmente  en  el  aire. Cuando  estoy buscando  alimento para mis polluelos, me paso 15 horas diarias cazando  en  el  aire.  Por  tener  las  alas tan  delgadas  y  puntiagudas  somos  extraordinariamente ágiles, de modo que podemos  atrapar  los  insectos  necesarios al vuelo. Comemos moscas y mosquitos, pero  también pulgones y mariposas  -  según  la  temporada. Podemos abrir mucho nuestro pico para este fin. En  Hungría  varias  miles  de  nosotras lograron librar del pulgón negro a todo un  campo  de  maíz  en  solo  dos  días. Pero por no haber en sus  latitudes insectos  volando  en  invierno,  tenemos que irnos a lugares situados más al sur.    Volamos al Próximo Oriente o hasta el continente  africano. Al  sur  del  Sáhara encontramos  alimento  suficiente.  En abril  o mayo regresamos  felizmente  a nuestro antiguo nido.
Mi hogar
Mi  vivienda  -que más  bien  es  una  segunda  residencia-  la ha visto usted  seguramente  alguna  vez.  Solo  vivo  allí durante  unos  meses.  La  construimos de barro no muy  espeso, pegada  a un muro  exterior  protegido  contra  la  lluvia. Casi  siempre nos  ayudan otro par de golondrinas, de modo que a  los 10 o  14  días  hemos  terminado. Al  construir nuestro nido, casi  le cerramos del todo;  solamente  arriba  del  todo  dejamos  un  pequeño  hueco  abierto. Dentro  lo  tapizamos  cuidadosamente  de musgo, pajas, pequeñas plumas y algodón. Nuestra  casa  siempre  está  limpia y  recogida,  eso me  lo puede  creer  usted. 
¿Sabía usted que se nos menciona en la Biblia? En el Salmo 84, en  los versículos 3 y 4 dice así: «Aun el gorrión halla casa, y la golondrina nido para sí, donde  ponga  sus  polluelos: cerca  de  tus altares, oh Jehová de  los ejércitos, Rey mío,  y Dios mío. Bienaventurados  los que habitan en  tu casa; perpetuamente te alabarán.» Efectivamente,  nuestros  antepasados también pegaron sus nidos en el edificio del  templo  en  Jerusalén. Allí  en  la presencia de Dios  era  su hogar. Ya  lo sé, Dios está en todas partes, y por eso está  también  cerca de usted. Me  gozo por  tener un Creador  tan maravilloso. De todo corazón le quiero alabar, tal y   como  está  escrito  en  el  Salmo 84:3: «Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo.»
¿Tiene  usted  también  su  hogar  con Dios? 
Muchas especies desaparecen cada año de la faz de la  tierra. El hombre ha dañado  el  equilibrio perfecto de la creación. La inteligencia no le ha servido para  frenar  su  egoísmo  insaciable, para detener  el desastre  que  está  provocando. En  una  época  tan temprana  como  el año 57 d. C.,  el apóstol Pablo escribía  a  los  cristianos  de Roma:  “Sabemos  que toda  la  creación  gime  a  una,  y  a  una  está  con dolores  de  parto  hasta  ahora”.  Además  dijo: “Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a  la libertad gloriosa de los hijos de Dios”; “porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios”. La esperanza de  los cristianos alcanza al mundo que nos rodea.

Y de repente apareció con el ángel una multitud  de  los  ejércitos  celestiales, alabando  a Dios  y diciendo: “Gloria  a Dios en  las alturas, y en  la  tierra paz y buena  voluntad  para  con  los  hombres”. San Lucas 2:13 y 14. Dios nos ha llamado a convertirnos en promotores de la paz y la buena voluntad  entre  los  hombres.  Vivimos  un presente donde  se hace necesario unir esfuerzos entre los cristianos para darle sabor  a  la  vida  y  hacer  comprender  a nuestros  semejantes  el  valor de patrones olvidados del cristianismo que hay que rescatar.  San Lucas  es  el  único  evangelista  que data su historia mediante el emperador reinante.  Habla  de  un  edicto  que  era un  decreto  imperial  de  Augusto,  el emperador  romano  que  gobernó  con mano dura desde el año 27 a. C. hasta el 14 d. C.
Este  edicto  tenía  como  objetivo  establecer una base para la recaudación de impuestos. El mismo,  según  los datos históricos que disponemos,  se decretó alrededor  del  8  a.  C.,  pero  no  había entrado en vigor hasta la época en que nació el Salvador. Este censo fue cuestionado  por  siglos  a  causa  de  la  referencia que se hace de Cirenio el gobernador  de  Siria,  pero  hoy,  gracias  a  la arqueología  se  ha  confirmado  este  registro.
Cada cual debía regresar a la ciudad de sus  antepasados  donde  se  guardaban los registros de la familia. Los padres  del   Señor   partieron   de   Nazaret   en Galilea hacia el Sur. Debieron caminar cerca de 120 kilómetros hasta  la  tierra de Belén, su ciudad natal. Belén significa “Casa del Pan”. Quizá haber nacido allí  posibilitó  que  años  después,  en pleno ministerio, con una bella metáfora  Jesús  refiriera  la  etimología  de  su sitio  natal  aplicándolo  a    mismo ,cuando dijo: Yo soy el Pan de Vida.
No había lugar para ellos en el Mesón. La  tradición  dice  que  el  establo  en cuestión era una cueva en  la  ladera de la colina detrás de la posada. Allí, entre nobles  animales,  nació  el  Niño  Dios; de manera  que  se  cumpliese  lo  dicho por  el  profeta  Miqueas  alrededor  del 722 a. C.: “Belén Efrata, pequeña para estar  entre  las  familias  de  Judá,  de  ti saldrá el que será Señor en Israel, y sus salidas  son  desde  el  principio,  desde los días de la eternidad”. El Señor vino al mundo en una noche tranquila. Quizá  dormía  el  emperador en aquella hora,  también  los  reyes,  los doctores de  la  ley,  los  fariseos,  los  impecables saduceos, los ricos entregados en  los  brazos mitológicos  de Morfeo; pero  los  sencillos  pastores  velaban  en la noche palestina y tuvieron la oportunidad  de  escuchar  las  nuevas  de  gran gozo.
A estos hombres humildes se les dio la oportunidad de recibir el primer anuncio  del  nacimiento.  Entre muchas  razones  podemos  al  menos  mencionar dos: David,  de  cuya  descendencia  nacería  el  Mesías,  era  pastor  de  ovejas cuando  fue  llamado para  ser  el  rey de Israel.  Y  que  Jesús,  el  buen  pastor, vino a redimir a personas de tan humilde  origen.  La  bendición  de  su  nacimiento  cambiaría  el mundo,    a  partir de  ese  entonces  judíos  y  gentiles,  pobres y ricos, hombres y mujeres, cultos e incultos podrían gritar a coro: Gloria in excelsis Deo. El  mundo  colapsa  entre  mentiras, odio,  guerras,  desastres  ecológicos, hostilidad,  enfermedades,  hambrunas, recesión económica. Las familias cubanas  necesitan  un  enfoque  cristiano  en sus vidas para rescatar  los valores morales y espirituales que se han perdido.
Un estudio  social  sobre el divorcio en Cuba, nos dice que  tenemos el primer lugar desde el Estrecho de Bering hasta  la  Patagonia.  Somos  la  primera  nación de América en cuanto a  índice de divorcios.  El  periódico  Granma  ha informado  que  en  Cuba,  de  cada  100 niños que nacen, 67 de ellos son hijos de madres solteras. O sea que el 67 % depende de la seguridad social. No hay país que pueda  sostenerse  económicamente con estas devastadoras estadísticas.  Ha  crecido desmesuradamente  el consumo del alcohol y las indisciplinas sociales.  Con frecuencia los medios de difusión  masiva  llaman  al  cuidado  de los bienes comunitarios que van desde un ómnibus, un parque, una estatua de un  prócer,  o  sencillamente  la  cortesía con  los  ancianos,  las  damas  o  los  niños. Miramos al mundo donde las golpizas  a  las  mujeres  es  el  crimen  más numeroso  que  se  contabiliza  en  las estadísticas mundiales. Los países compran más armas que comida.
¿Cómo  revertir  este  desastre?  Jesús  el Salvador  quiere  que  nosotros  seamos hombres  y  mujeres  de  su  agrado,  o sencillamente de buena voluntad. Nos  manda que  seamos  sal de  la  tierra.  ¿Y qué hace la sal? Preserva, da sabor. Un alimento puede estar precioso a  la vista,  oler  de  una manera  increíblemente agradable,  pero  sin  sal  es  insípido. La sal  es  un  componente  esencial  de  la dieta de los seres humanos. En el pasado  la sal tenía un valor altísimo, a menudo  era  signo  de  prestigio  social  o valía económica. Pero la sal se deshace en el mismo proceso de dar sabor. Debemos  amar  a  cambio  de  nada,  pues eso nos enseña la sal que desparece en la  transformación del alimento, que es servir al prójimo, viviendo los postulados morales de Dios, la Iglesia y la sociedad. 
Jesús nos mandó  a  ser  sal  y  a  ser  luz, para que viendo nuestras buenas obras, los  hombres  glorifiquen  al  Padre  que está en los cielos. ¿Cómo rescataremos a  los perdidos de nuestra  nación  y  los  llevaremos  a  los pies  de  Jesús?  Siendo  sal  de  la  tierra: honorables,  dignos,  filántropos,  laboriosos;  llevando  el  bien  a  las  almas, diciéndoles que en Jesús hay esperanza de salvación. 
Navidad es más que papá Noel o Santa Claus,  tarjetas,  regalos,  felicitaciones. Navidad  es  el  mensaje  angelical  y transformador del  arribo del niño  rey,  que vino a generar  transformación entre  los  hombres  con  paz  y  buena  voluntad.


La niña de los fósforos*

Hacía  un  frío  espantoso; nevaba y comenzaba  a  oscurecer;  era  la
última  noche  del año,  la  Noche Vieja.  Con  aquel frío  y  en  aquella  oscuridad  iba  por  la calle una pobre muchachita  con  la  cabeza  descubierta  y  los  pies  descalzos; sí,  es  verdad  que  llevaba  zapatillas  al salir de  casa, pero  ¿para qué  le habían servido?  Eran  unas  zapatillas  muy grandes, su madre las había usado últimamente, de tan grandes como eran, y la pequeña  las había perdido  al  cruzar corriendo  la  calle  cuando pasaban dos coches a velocidad vertiginosa; una, no la  pudo  encontrar  y  con  la  otra  salió corriendo un chico que dijo que la podía usar como cuna de sus  futuros niños.
Iba por  lo tanto  la niña con sus piececitos  descalzos,  rojos  y  azules  de  frío. En  un  viejo  delantal  llevaba un  montón  de  fósforos  y un manojo de  ellos  en  la mano;  nadie  le había  comprado  en  todo el  día;  nadie  e  había dado ni un  solo céntimo.
Hambrienta  y aterida iba,  y  parecía  muy triste,  la  pobre.  Los  copos de nieve caían en su largo pelo dorado, que  se  ensortijaba  formando  encantadores bucles  sobre  la nuca, pero a buen seguro que ella no pensaba en su apariencia. Había luces  en  todas  las  ventanas  y  hasta  la calle llegaba el delicioso olor del ganso asado; claro, como que era Noche Vieja, se decía ella. Allá  en  un  hueco  entre  dos  casas,  de las que una se  inclinaba más  a  la  calle que  la  otra,  se  sentó  y  acurrucó,  doblando las piernas, pero sintió aún más frío y no se atrevía a volver a casa, porque  no  había  vendido  ningún  fósforo ni conseguido un solo céntimo; su padre le pegaría y su casa estaba también fría,  solo tenía techo sobre ellos y por él  silbaba  el viento,  aunque habían  rellenado  con  paja  y  trapos  las mayores grietas. Sus manitas estaban casi muertas  de  frío.  ¡Ay!,  un  fosforito  podía hacerle bien. Con solo que se atreviese a  arrancar  uno  del  manojo,  frotarlo contra  la pared y calentarse  los dedos. Arrancó  uno,  ¡risch!,  ¡qué  chisporroteo, qué calor! Era una llama caliente y límpida,  como  una  velita,  cuando  la sostuvo en su mano; era una luz extraña;  la muchachita se  imaginó que estaba sentada ante una gran estufa de hierro  con  resplandecientes  bolas  y  cilindros  de  latón;  el  fuego  ardía que era una bendición,  calentaba  tan bien; no,  ¿pero qué era  aquello?  La  pequeña  estiraba  ya  los pies  para  calentarlos  también… cuando se apagó  la  llama. La estufa se esfumó,  estaba  sentada  con un  trocito del fósforo sin arder en la mano. Frotó  uno  de  nuevo,  brotó  la  llama  y donde  la  luz daba  en  el muro  se  hizo transparente, como una gasa; vio directamente la sala en la que la mesa estaba  puesta  con  un  resplandeciente mantel  blanco  y  fina  porcelana  y  el ganso  asado,  relleno  de  ciruelas  y manzanas, humeaba apetitosamente; y lo  que  era  más  espléndido,  el  ganso daba un  salto de  la  fuente, corría  cojeando por el suelo con tenedor y cuchillo al  lomo; venía en dirección a  la muchacha  pobre;  entonces  se  apagó el  fósforo  y  no  quedó  para  ver más que un muro grueso y frío.
Encendió  otro más. Entonces  se  encontró  sentada bajo  el  árbol de navidad  más  delicioso;  era  aún  mayor  y más adornado que el que había visto a través de la puerta de cristales en casa del  rico  comerciante  la navidad pasada; mil velas ardían en  las  ramas verdes y estampas multicolores, como las que  adornan  las  vidrieras,  la  contemplaban. La pequeña extendió sus brazos, entonces se apagó el  fósforo;  las innumerables  luces de navidad se elevaron  cada  vez  más  y  vio  que  eran ahora  las claras estrellas. Una de ellas cayó,  dibujando  en  el  cielo  una  larga estela de fuego.
—Alguien se está muriendo —dijo  la pequeña,  porque  su  abuela,  la  única persona  que  había  sido  buena  con ella, pero que había muerto, le decía: —Cuando  una  estrella  cae,  sube  un alma a Dios. Frotó  de  nuevo  un  fósforo  contra  el muro, todo se llenó de luz y en el resplandor  apareció  la  abuela,  tan  llena de luz, dulce y bendita.
— ¡Abuela!  —Gritó  la  niña—,  ¡oh, llévame contigo! Sé que  te habrás  ido cuando  el  fósforo  se  apague.    ¡Ido como la estufa caliente, el apetitoso  ganso  asado  y  el  espléndido  árbol de navidad! Y  restregó precipitadamente el  resto de  los  fósforos que había  en el manojo, de tal forma no quería perder a la abuela; y los fósforos lucieron tanto que había más luz que en pleno día.  La  abuela  no  había  sido  nunca hermosa ni  chachita  en  sus  brazos  y  volaron  en resplandor  y  gozo,  más  y  más  alto, adonde  no  había  frío,  ni  hambre  ni miedo —estaban con Dios. Pero en la fría madrugada,  sentada  en  el  rincón junto  a  la  casa,  estaba  la  muchacha con  rojas  mejillas,  con  la  sonrisa  en los  labios congelada  la  última  noche del año viejo. 
La  mañana  de  año  nuevo  se  abrió sobre el pequeño cuerpo sentado con los fósforos, de los que un haz estaba casi  consumido. Ha querido  calentar-se, dijeron; nadie supo todo el esplendor  que  había  visto,  con  qué  gloria había entrado con la abuela en el gozo del Año Nuevo.
*Hans C. Andersen, Dinamarca 1805- 1875. Den lille pige med svovlstikkerne.

Luego de  siete  años de  casados,  a mi  esposa Vilmaris Cedeño Proenza,    se  le practicó un examen de citología (prueba citológica), y se le detectó un NIC-1 en el cuello del útero,  que de la noche a la mañana se convirtió en un NIC-2. Pasamos días de gran angustia debido a  la rapidez con que esa condición había empeorado luego de ser descubierta. A pesar de hacer reposo absoluto, se le desataron  agudos  dolores  que nos  hicieron  pensar  lo  peor; pero  acudimos  a nuestro Padre Celestial: la  hermana Caridad Blanco  oró  por mi  esposa  y  de  inmediato comenzó  la mejoría. Poco después viajamos a La Habana y allí tuvimos ocasión  de  que  la  viera  el  doctor  Abel  Baracaldo, quien nos confirmó, luego de practicarle varias pruebas, que no había nada de qué preocuparse. Sin embargo, nuestra familia aún no estaba completa. Mi esposa tiene un pequeño tumor en  la hipófisis que  le provoca  trastornos hormonales, desarreglos menstruales,  falta de ovulación,  pérdida  de  la  consciencia,  irritabilidad,  etc.  Estuvimos  rogándole  a
Dios por un hijo durante ocho años y medio. Cada noche yo  le decía al Señor:
“Acuérdate que quiero tener un hijo”. Y hoy tengo que alabar su nombre glorioso,  porque  a  pesar  del  problema  de  ovulación  de mi  esposa,  el Todopoderoso nos concedió tener un niño que ya tiene tres años de edad. 
Cuanto más leo la Biblia        
Por el supervisor Ramón Pastor Verdecia Labrada

Cuanto más  leo  la Biblia, más  conozco  y amo a Dios que me  amó primero y en tal manera que entregó a su Hijo a la muerte para salvarme, así como a  todos  los que creen en él. Al  leer  la Palabra de Dios  también me  conozco a mí mismo,  reconociendo mi naturaleza de pecado que solo encuentra la paz y la santificación en Cristo. Cuanto más leo la Biblia más conozco al Espíritu Santo, el Protector, el Defensor de los creyentes, el que vino a llenar  el  espacio  del Mesías  ascendido. Al  beber  en  la  fuente  de  vida  de  la Palabra Eterna crece mi entendimiento de la vasta obra del Creador, en la misma medida en que crece mi  fe y  la paciencia con que espero que él  lleve a  término  todo  lo que ha empezado. Cuanto más  leo  la Biblia, más me asombro de  los cambios operados en mi ser. Al meditar en la elocuencia divina me preparo para discernir las intenciones de los que me rodean, no para distanciarme de ellos, sino para indicarles oportunamente el camino de vida. Cuanto más  leo  la Biblia, más deseo ardientemente entregarme en cuerpo y alma al servicio de Dios y al disfrute de su presencia.
 
René Carlos Almaguer
Playa Baracoa.
 Hoy  traigo  la venda para  tus heridas, la  calma  y  la  paz  a  tu  desesperación. Yo castigo y reprendo a todos los que amo.  Sigue  buscando  cada  día  de mi Espíritu  y  verás mi  gloria  en  tu  vida. Yo vengo pronto y solo irán conmigo los  que  hayan  vencido.  Esta  es  tu oportunidad. Amén.
Obispo Onésimo Rodríguez
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 Eliudel González
La Lisa.
Mi Espíritu hoy pongo sobre ti como Consolador.  Recibe  mi  abrazo  que como  Padre  te  doy. Hoy  has  bebido de la fuente que salta para vida eterna; que siempre corra en ti, mi agua viva. Hijo  mío,    fiel  y  te  usaré  para  mi gloria.
Obispo Onésimo Rodríguez.
Helva Luisa Corcases
Artemisa.
Día feliz para ella;  hoy es un día feliz. Sin  mi  Espíritu  es  muy  difícil  vivir. Ella me buscó de  todo corazón y encontró  el  lugar  de  arrepentimiento. Hija mía, no permitas que nadie quite la felicidad que pongo en ti. Cuida mi Espíritu. Amén. 
 Superintendente Humberto Delfino.
 Walquiria Montier
Los Pinos.
 He  puesto  un  lugar más  en  la mesa, regocíjate y gózate con  los redimidos. Toma del pan de vida y bebe del agua para  que  sacies  tu  sed. No más  descuido,  mi  misericordia  te  alcanzó. Hoy dile  a muchos que Yo  soy Dios de misericordia. Amén.
Superintendente Humberto Delfino.

David Tápanes, Matanzas.
 Yo soy tu Padre y tú eres mi hijo; por eso he venido para socorrerte en tu debilidad. No más contacto con el mundo y su pecado. Yo aborrezco el pecado y  la maldad pero amo a los que madrugando me buscan. Las cosas viejas, deséchalas. Ven y entra nuevamente en el gozo de mi amor.
Obispo Onésimo Rodríguez. 

El manantial de mi salud, fuerza y poder Por el entonces Obispo Daddy John  Cinco verdades bíblicas de diaria inspiración y poder divino en compañía de Cristo. Primero: Me hago  la pregunta: “Daddy John,  ¿por  qué  estás  aquí?”  Entonces me acuerdo de mi deber para con Dios e inmediatamente me ocupo de Su obra. Segundo: Recuerdo el poder y la autoridad  de  Cristo,  sus  mandamientos,  la comisión que nos dejó y  la gran bendición  que  él  prometió  a  sus  discípulos. “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos  a  todas  las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del  Espíritu  Santo;  enseñándoles  que guarden todas las cosas que os he mandado;  y  he  aquí  yo  estoy  con  vosotros todos  los  días,  hasta  el  fin  del mundo. Amén”. Mat 28:18-20.
Mandó  enseñar  el  Evangelio  Eterno, mandó bautizar, a sanar enfermos, echar fuera demonios —señales que  siguen a los  que  creen  y,  ¡gracias  al  Señor!,  yo puedo  sentir  la potencia del Todopoderoso obrando en mi ser. “Estoy con vosotros todos los días”, con esta confianza  puedo  afrontar  cualquier  prueba  en su amado nombre.
Tercero: Hay días en que la carne parece  estar  débil  y  comienzo  a  preguntarme:  “¿Podré  continuar  hasta  el  fin?” Entonces  se  me  presenta  la  Palabra  de Cristo: “El Espíritu es el que da vida; la carne  para  nada  aprovecha”.  Entonces miro  encima  de  la  carne  con  mis  ojos fijos en Cristo, con toda sencillez pongo mi  afecto  en  las  cosas  de  arriba  y  sigo adelante en su nombre, e inmediatamente recibo fuerzas para continuar  la obra. ¡Bendito sea su nombre!
Cuarto: Estando  en  los  setenta  y  tres años,  hay  veces  que mis  pasos  parecen fallar  y  me  tambaleo  bajo  la  carga;  la cruz  me  parece  más  pesada  de  lo  que puedo  llevar. Entonces  recuerdo  la promesa: “No os daré más de lo que podéis llevar” y, “El ánimo  (espíritu) del hombre  soportará  su  enfermedad”  Proverbios 18:14. ¡Aleluya! Así viene el poder del  Espíritu;  me  enderezo,  sí,  salto  de alegría  y  corro  en  la  carrera  cristiana con  los  jóvenes.  ¡Cuán
importante  es tener  el  bautismo  del Espíritu Santo,  el Espíritu de Cristo, que  es  el  poder más grande que el hombre puede conocer! El apóstol  Pablo  escribió  a  los  romanos diciendo: “Mas vosotros no vivís  según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no  tiene el Espíritu de Cristo, no  es  de  él”  (Rom  8:9).  “El  Espíritu vivifica” (2 Cor 3:6).
Quinto: Por ser un hijo de Dios; “porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,  los  tales son hijos de Dios”  (Rom 8:14). “Vosotros sois el  templo del Dios viviente…” (2 Cor 6:16). Pues no puedo andar como andan los demás, sino circunspecto, no teniendo parte con las cosas que están en enemistad con Dios, sino entre la gente que anda en  la  luz del Señor, hijos del Dios vivo. Prosigo al blanco, me esfuerzo para entrar por  la puerta estrecha, para recibir más poder para vencer al mundo y ser coheredero con Cristo, “sentado en lugares celestiales”. ¡Un hijo de Dios! Tengo gozo indecible y estoy lleno de gloria.
Queridos amigos, es lo único que merece la pena; todo el dinero del mundo no lo puede comprar: es un don de Dios. Es la única cosa permanente que satisface; es el único gozo verdadero; es lo que satisface a mi alma.

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