La columna del director
Ahora estamos
en pleno verano;
el Creador nos ha
dado días soleados
y días de intensas lluvias. Los niños están de vacaciones;
las familias se
van a las playas,
a los ríos y
a lugares de descanso. Corren
tiempos de dura
situación económica; no obstante,
luego de un largo
curso escolar, o
de varios meses de trabajo, vale la pena un esfuerzo
para procurar relajamiento y diversión. Los cristianos celebramos
la alegría de
vivir no solo en
el verano, sino
en todas las estaciones y
cada día.
El gozo
es fruto del Espíritu
Santo; es parte
de saberse hijo del
Altísimo. Creo que
con más razón disfrutamos
de la vida
e intentamos proporcionarles
bienestar a quienes nos rodean. Aun
así reconocemos que estos meses tienen
una dinámica especial,
al menos en
el hemisferio norte. Pero
esta alegre temporada
suele verse opacada por
trágicos accidentes, por episodios
violentos, por disgustos
que echan a perder un día
hermoso y dejan amargos recuerdos.
Estas cosas
ocurren porque donde no está el Padre Celestial no hay verdadera paz;
porque la mayoría de las personas no
conciben la diversión si no hay alcohol, cigarrillos, comilonas desmedidas,
música incitante, libertinaje sexual, etc. No son pocos los que
ven en la religión cristiana un grillete que
les tronchará la libertad.
Al mirar
nuestra vida solo ven restricciones y
disciplina rigurosa. Sin embargo,
¡pocos errores son
tan grandes como
este!; ¡ignoran cuánta
dicha hay en nuestra manera de
vivir! La Biblia no es un
manual de prohibiciones; es una guía para vivir mejor,
más sanos, más seguros, más
felices. Un cristiano no
tiene que privarse
de ningún deseo, solo
que sabe enfocarlo
de la manera correcta. Lo que el
mundo llama libertad es un engaño, una cadena que
los oprime. Basta
con recordar la
terrible esclavitud del cigarro,
del alcohol, el juego,
la pornografía.
Al final,
quienes así se creen
libres, comprueban que ya
no son
dueños de sí mismos,
y en los peores
casos tocan fondo
en la degradación moral, se
arruinan la vida y se convierten en seres despreciables. No hay
nada en el mundo mejor que lo que
el Creador nos
ha dado; por
eso dice el proverbio: ―Hijo mío, no tengas envidia de los hombres
malos, ni desees estar con ellos‖
(Prov 24:1). El fundamento
de nuestra alegría
consiste en saber en quién
hemos creído. Los seguidores del
Mesías debemos estar conscientes del
privilegio de ser
sus escogidos y seguir el consejo de Pablo:―Regocijaos en el Señor
siempre‖ (Filip 4:4).
Dedicamos esta
edición del Mensajero a confirmar
a los creyentes, a recordarles cuán
dichosos somos de vivir la verdadera libertad: la libertad del pecado, y
también con el sincero deseo de ayudar a los que son víctimas de las adicciones
que la
humanidad ha creado
para su propia perdición.
Esperamos que la revista contribuya con la
felicidad de la familia en estos
meses de vacaciones. Este verano en
el calendario de
actividades de nuestra
iglesia, tenemos la convención nacional: una gran fiesta del
pueblo de Dios
a la que
todos están invitados.
En agosto
nos daremos cita en
la ciudad de
Camagüey, en nuestro templo de
convenciones de Palomino. Estas reuniones
se caracterizan por la
fraternidad y la
armonía, que son el
sello del amor del Padre entre nosotros, y nos dan idea de
cuán gloriosa será la reunión
definitiva de los fieles, en el
reino eterno.
Superintendente Eliezer Simpson Jackson
Presidente de la iglesia en Cuba.
El testimonio
que transcribo a
continuación me lo entregó, de puño y letra, un miembro de la comunidad
conocida como Alcohólicos Anónimos, o Doble A
(AA), fundada en
el año 1935
en Ohío, Estados Unidos,
por dos alcohólicos: el corredor de Bolsa de Wall Street
William Griffith y el doctor Robert Holbrook Smith, conocidos en el mundo de AA
como Bill W. Y el Dr. Bob.
Estos dos hombres
dejaron de consumir alcohol
luego de reconocer que
no podían remediar
su situación sin el
auxilio de Dios.
La comunidad que
fundaron se halla establecida en
más de 200 países y ha ayudado a millares
de personas a
vencer su adicción. El
alcoholismo está reconocido como
una enfermedad incurable,
progresiva y mortal. La persona que
me dio este
testimonio lleva más de un año sin beber. A través de él y de una junta
a la que me invitó, he conocido esta comunidad. Entré en el salón
con el mayor
sigilo posible porque la
junta ya había
comenzado; no tenía la menor
idea de cómo
sería una reunión de
alcohólicos, pero el desarrollo
del programa me
sugería algo que llegué
a entender como un
orden indispensable para
garantizar la plena libertad.
Es asombroso que
logren una fluidez
tan natural, pues esta
organización no tiene
jefes; eligen a un
coordinador para el momento
de la
junta, que puede ser cualquiera
de ellos. Su
concepto del liderazgo es muy singular: solo puede ejercerse mediante
el servicio (servir
el agua, el café, etc.). Los testimonios me sacaron lágrimas. A
excepción de una psicóloga, un psiquiatra y yo, todos los que
estaban allí eran alcohólicos; algunos cumplían su primer año sin beber, otros
llegaban al segundo, y a unos y a otros
se les iba a entregar
diplomas.
También
había allí veteranos que llevaban
casi veinte años
de abstinencia. Para mí fue extremadamente impactante
cada palabra de
personas que sostenían una
lucha tan tenaz,
pues sabemos que si un alcohólico
se da el primer trago
sufre una recaída de la que no se puede prever el final. Me
entusiasmó la manera en que enfrentan
el titánico esfuerzo, lo
hacen bajo el lema: ―Un día a la
vez‖, o ―solo por veinticuatro horas‖;
es decir, no planifican la sobriedad por plazos
largos; para ellos la lucha no es para el
futuro, se trata
solo de vencer hoy. Incluso los cristianos a veces
olvidan que el Mesías nos invitó a vivir así.
Otro aspecto
que me conmovió fue la forma en que los
aglutina su necesidad común; es como
si se aferraran
a la unidad como a una tabla de salvación; y quizás
para garantizar esa
unidad, entre ellos
no hay jerarquías de ningún
tipo. De la puerta hacia adentro la única
exigencia se traduce
como el beneficio común. En
el umbral se dejan los
títulos, las posibilidades económicas, la
raza, el sexo o cualquier otra categoría
que divide a
la humanidad.
Con la misma
intensidad hacen suya la responsabilidad
de la organización: donde quiera que alguien
necesite ayuda ellos tienen
el deber de
dar su mano. Siempre
que se reúnen
repiten la oración de la
serenidad: ―Dios, concédenos serenidad para aceptar las cosas
que no podemos
cambiar, valor para cambiar las que podemos, y sabiduría para
reconocer la diferencia‖. A los recién
ingresados en la comunidad les respetan
la idea que
tienen del Creador; pero una vez
que ha ocurrido lo que ellos llaman
el despertar espiritual y
empieza la recuperación
física y emocional, les dan a
conocer al único y verdadero Dios;
pues así lo
concibieron los fundadores de este movimiento y así
se sigue llevando
a cabo.
Para
proteger la identidad
de quienes confiesan
los desmanes cometidos mientras padecían la adicción, en sus publicaciones solo
registran nombres sin apellidos y el área a donde pertenece el
grupo. Por eso,
a la persona
que nos entregó este testimonio —cuya veracidad, para mí,
está fuera de
duda— la llamaremos Arnaldo C.,
área G, y esta es su historia: ―Quien suscribe es alcohólico y pertenece a
Doble A. Soy
especialista en Construcción Civil
y fui profesor
de esa rama en
un instituto politécnico. Me dieron
una educación netamente materialista, basada en principios
científicos. No obstante, llegué a practicar la religión conocida como Palo
Monte, de la cual
saqué experiencias que consideré positivas. ―Estuve en
prisión y eso me
proporcionó algunos cambios en mi temperamento y
en la forma
de ver la
vida.
Con esas materias
obtuve mi graduación en la “Universidad
de la calle”, y el mayor rendimiento
lo conseguí en la asignatura
“alcoholismo”. ¡Hermoso desastre
biográfico! Sobra decir todo lo que
esto causó a
mi familia y
a mis allegados. Así transcurrió
lo que debió ser “la mejor etapa de mi vida‘. ―Hace algunos años, me
encontraba en la ciudad de Matanzas
y conseguí regresar a La Habana en un camión cisterna de
los que transportan combustible y que debía habilitar en Santa Cruz del Norte,
con destino a
la refinería Ñico López.
Al
acercarnos al lugar de carga,
pero aún distantes del punto de control de la entrada, el chofer me dijo que pasara
al camarote, porque el custodio de ese
día era un “sangrón” y se pondría “pesado”;
que le gustaba
abrir la puerta y
mirar en el
interior de la cabina. Cuando llegamos a la puerta yo
estaba escondido en
el camarote del camión. El chofer esperó la señal para entrar y una vez en el lugar
indicado, el custodio se acercó a la pipa y le comunicó que
la carga estaba
autorizada; pero que la persona
que viajaba con él debía bajar.
Esas
palabras nos sorprendieron mucho porque
era imposible que me hubiera
visto, ni siquiera abriendo la
puerta, lo cual
no había hecho. Sin objetar nada
obedecí, mientras el custodio
entraba en la
garita. Enseguida regresó y
me preguntó si iba para La Habana. Como respuesta le dije: ‗más o menos‘, y pensé: ‗si él sabe que la
pipa va para
allá ¿para qué me hace
esa pregunta?, ¡¿será
estúpido?!‘.
A continuación
me indicó que me acercara y que
tomara café si
quería. Me acerqué un poco
y desde su
asiento dijo, sin quitarme
los ojos de
arriba: ‗Te hice bajar porque tengo un mensaje para ti; tienes que
deshacerte del espíritu de alcoholismo
que te posee‘. A
lo que yo respondí
en tono jaranero: ‗Pariente, yo no tomo ni agua, para
no oxidarme‘; pero él,
con tono pausado repitió que yo tenía un espíritu de
alcoholismo que estaba
acabando conmigo, y yo
insistí en que
solo tomaba un
trago de cuando en
cuan-do; aunque, sorprendido,
pensaba que aquel hombre
era espiritista, o se
estaba burlando para pasar
la madrugada a costa mía.
Entonces el sujeto subió el tono de voz y dijo:
‗A mí me puedes engañar, pero a Dios no, y si él me mandó hablarte es por algo‘.
La siguiente respuesta la medité un poco más: ‗Mira, yo
tomo como cualquier
otra persona‘. Y
él sentenció en tono
sereno: ‗Tú tomas demasiado‘.
A continuación me
contó algunos episodios de
su vida pasada
y de cómo estuvo perdido por causa del alcohol, al punto de provocar el
aborto de su esposa, por lo cual se
consideraba un asesino;
no obstante, gracias
a Dios se había
convertido en un cristiano.
―Cuando la
cisterna estuvo lista para salir agregó: ‗Recuerda lo que te he dicho sobre el alcohol, ¡déjalo!, porque al
no tener poder adquisitivo Satanás te lo
va a proporcionar
para que no te salgas de
sus manos. Yo
cumplí mi parte al
advertirte, no quiero que si te pasa
algo tu sangre
recaiga sobre mi cabeza‘. Terminó extendiendo la mano en un gesto afectuoso
y deseándome un buen viaje. ―Realmente el
viaje no fue
malo; excepto que
me pareció más
largo y preocupante.
No se
me iba del pensamiento que tenía más de 20 000 litros de
combustible a mis
espaldas y una vía
extremadamente peligrosa por delante;
además de las palabras del custodio. Su predicción se cumplió al pie de la
letra. ―Algún tiempo después
de aquello se me
fue olvidando el diálogo y,
la adicción, lejos de disminuir, aumentaba
por día. El
alcohol lo había destruido todo, desde el prestigio moral y
profesional hasta el
más ínfimo recurso material.
Sin embargo, como por arte de magia, el veneno hacía acto de
presencia; Satanás me lo proporcionaba, tal como había señalado el
custodio. ―Una mañana desperté sin
dinero y sin nada que hacer para conseguirlo.
‗Hoy sí la cosa está
mala‘, me dije. Pero
al instante apareció alguien y me informó que mi vecina
necesitaba que le
botaran la basura. ‗¡Como si hay que botarla a ella con casa y todo!‘,
respondí.
Tal era mi
deleite al pensar en la bebida, que no
me molestaba la peste
del estiércol de cerdo
que llevaba en la carretilla.
Entonces tuve un momento de lucidez y pensé: ‗¡A
lo que has
llegado, a botar
excremento para poder tomar
chispa!*‘ ―Al incorporarme al
camino que conduce
al basurero pasaba
una persona que iba cantando bajito.
Apenas sin mirarle a la cara le
pregunté si era cristiano. ‗ ¿Por qué
lo sabes?‘, inquirió. ‗Por el himno que venías
cantando‘, le respondí. Aminoró el
paso y me dijo: ‗ ¿Podemos hablar
un momento?‘. Lo miré, pensando que era un imbécil; no obstante accedí
y solté la
carretilla.
Entonces
me sugirió: ‗Vamos a pararnos debajo de aquel árbol; a su sombra
estaremos mejor‘. Puse cara
de pocos amigos mientras
murmuraba en mis adentros: ‗ ¡Vaya inoportuno y cómodo, caramba!‘. Lo
complací en contra
de mi voluntad. Sus
primeras palabras fueron: ‗Tienes
el corazón duro y entenebrecido. ¡¿Hasta cuándo?!
Dios te está llamando; tienes que
deshacerte de ese espíritu de alcoholismo que
está acabando contigo‘. En
fracciones de segundo me trasladé
a Santa Cruz del Norte, y recordé al custodio de la base de
petróleo. No atinaba respuesta alguna.
Luego traté
de evadir el
tema de este modo: ‗Oye, pariente, ¿tú no eres de por
aquí, verdad?‘. ‗No,
soy de La Lisa‘, dijo él.
‗Bueno, por este camino solo vas a llegar al Cerezo‘, le
contesté. Y él asintió: ‗Sí,
voy a visitar
a unos hermanos‘. ―Si digo que hablamos algo más, miento, y si digo
que no hablamos
nada más, miento también. Lo estuve mirando hasta
perderlo de vista
en el camino. Ahora, por más
que lo intento, no
logro recordar su
rostro. No obstante lo sucedido
con este peregrino, y con el custodio,
mi vida siguió igual.
Si dijera apestoso
como una mofeta, payaso
como un mono,
fiero como un león, o vago como un perezoso, ofendería a
esos pobres animalitos. A pesar de
mi arrogancia, altivez,
egocentrismo, y dureza
de corazón, Dios
fue benévolo conmigo, fue paciente
y misericordioso; me amó de un modo que ningún humano
sería capaz de
concebir. ―Cuatro o cinco meses después de aquel encuentro
con el caminante,
en una de las
caminatas que daba
cada mañana en busca
de alcohol, varié mi ruta y pasé frente a una iglesia abierta. Luego de
conseguir lo que
buscaba, regresé por la misma
vía y me detuve por curiosidad delante del templo; enseguida me dispuse a continuar mi
trayecto cuando alguien
se asomó y me invitó
a entrar.
Le
di las gracias
y le expliqué que
estaba apurado, que me detuve un instante por casualidad;
pero él insistió. Era
un señor de
mediana edad. Por su acento percibí que su lengua natural
era el inglés — luego supe que
era un pastor norteamericano residente en
México. Me pidió que lo
atendiera un momento
y accedí un poco molesto. Me miró fijamente
y luego dijo: ‗Tienes que dejar los vicios‘. De inmediato pensé que podía haber visto
los cigarros en el bolsillo de la
camisa; en cambio estaba completamente
seguro de que la caneca de
alcohol no podía haberla visto. Me quedé perplejo y no supe
qué responderle. Él sonrió
y llamó a una
muchacha: ‗Margarita‘ —le dijo—, ‗hazme
el favor de
traer tres sillas‘. La muchacha las
trajo y las ubicó frente a la
puerta del templo. ‗Entre la
iglesia y la
acera hay una
línea‘ —dijo él—, ‗tienes
dos opciones: cruzar esa
línea y entrar, o
continuar con los vicios‘. Yo insistí
en marcharme, porque estaba
apurado; entonces Margarita intervino
con tono autoritario: ‗¡No crea que usted está aquí por casualidad;
usted llegó aquí
porque Dios lo
está llamando!‘.
Sin emitir
palabra saqué la caja de
cigarros y se
la di al pastor,
quien la
puso en la
acera, junto a la puerta. Todavía
me miró esperando más. Extraje la caneca de su
escondite, la vacié y
la puse en
sus manos. Él agregó: ‗Ahora elige‘. Me puse en pie y crucé
la línea imaginaria. Una vez dentro
ellos tomaron asiento
a cada lado mío.
Después de una
larga conversación el pastor se
quitó los zapatos y me los ofreció contento. Yo no acepté que se quedara
descalzo; pero él
insistió, afirmando que cuando
alguien nace hay que hacerle un
regalo, y que yo
acababa de nacer.
La mirada de
Margarita me obligaba a
no despreciárselos. Me puse en
pie para marcharme, tomé los
zapatos y ellos me
abrazaron con inmensa alegría
y ojos húmedos. ‗Mañana regresaremos a nuestro país,
y antes de partir, desearíamos verte aquí‘—dijo
él. ―Al día
siguiente, entre sobrio
y borracho, fui
al culto nocturno de la iglesia, llevando los zapatos
que me obsequiaron. Al verme, Margarita
y el pastor extranjero se acercaron y me abrazaron; él
anotó en un
sobre de correos la
dirección y el
número de teléfono de
ambos, me entregó el sobre
y dijo: ‗¿Vas a dejar los vicios?‘.
Yo contesté
un tanto apenado: ‗Más o me-nos‘. ―Apenas
transcurridos unos días
algo inexplicable ocurrió en
mí: sentí un rechazo
total al alcohol. Yo
tenía que dormir con la caneca
al lado de la cama, y
de pronto no
podía tolerarlo, a pesar de que los
síntomas de la abstinencia
se hacían insoportables. A la
fuerza sorbía algún
trago para equilibrar
la carencia de alcohol en mi organismo, y al momento lo vomitaba. Tuvieron que internarme
en un hospital, tenía la
presión arterial descompensada, arritmias, temblores y una
debilidad extrema. El facultativo
diagnosticó lo que yo sabía; mi
cuadro era típico: era el síndrome de la
abstinencia; le sucede a todos los dejan de consumir una droga. Perdí
el control de
mis reflejos; sentí como si el
cerebro se me hubiera partido en dos: una parte me provocaba alteraciones
nerviosas y la
otra me proporcionaba una serenidad
que me mantenía firme en mi
resolución de no beber.
Desde entonces
no he sentido la obsesión por el alcohol. ―Para quienes,
por fortuna, no
tienen la enfermedad del alcoholismo, pudiera parecer fácil
la determinación de no continuar bebiendo;
pero un enfermo crónico, que
ha convertido el
alcohol en el todo de su vida, que
sabe que la ciencia no
encuentra cura para
este mal, y que ningún poder humano tiene el
remedio, no puede
dudar de que Dios
es el único
capaz de redimirle.
Por tanto,
yo estaba consciente de que un poder superior
había tomado el control de mi persona. Así que mi in-credulidad
cedió, mi arrogancia,
mi altivez. Inicié el
contacto con el mundo de Dios a mi manera, usando como intermediario a
una caja de
promesas que no sé
cómo había llegado
a mí. Estas son
las primeras tres
promesas que saqué:
1. Muy amado, no
temas; la paz
sea contigo; esfuérzate y
aliéntate. Dan 10:19.
2. Temamos
a Jehová nuestro
Dios, para que nos vaya bien
todos los días. Deut 6:24.
3. La paz os
dejo, mi paz os doy; yo no os la doy
como el mundo la da. No se turbe vuestro
corazón, ni tenga miedo. Juan 14:27. ―Todavía
muy confundido e
inseguro acudí nuevamente a mi
traductor y la respuesta fue la siguiente:
4. Yo Jehová
te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano. Isa 42:6.
―Luego de todas
esas promesas me preguntaba
sin cesar: ¿Para
qué Dios necesita a
un alcohólico? ¿Para
qué quiere a alguien
como yo? Y
extendí mi mano una vez más:
5. Saca mi alma de
la cárcel, para que alabe tu
nombre. Sal 142:7. ―Entonces comencé
a recordar cosas que
aparentemente había olvidado. Recordé un obsequio
que recibí en la prisión, hacía más
de quince años:
un libro cuya dedicatoria
decía: ‗… te regalo
este maravilloso libro, que te servirá
de mucho en la vida. En él podrás encontrar las respuestas a tus interrogantes. Que
Dios te bendiga: Pastor José Lázaro‘.
Por supuesto que
se trataba de la
Biblia. Pasé mucho trabajo para hallarla después de tanto
tiempo; apareció detrás de
unos trastos, llena de polvo y
con las hojas dobladas. La limpié,
enderecé sus páginas y seguí
la instrucción de quien
me la obsequió, uno de los primeros pasajes que leí
me inspiraba a poner
mis habilidades en manos de Dios (la parábola de los talentos,
Mat 25:14-30) y desde entonces eso es lo que intento hacer. ―Doy gracias
a Dios, infinitamente, por las cosas que en otro
tiempo representaron un castigo para mí, o un motivo de orgullo; tales
como los años que pasé
en África cumpliendo misiones internacionalistas, la
vida en prisión y la práctica de una religión afrocubana.
Todo ello es
parte del camino por el cual el Padre amoroso ha corregido a
su hijo y
lo ha formado
para servirlo. Doy gracias por una obra
tan altruista como la
organización Doble A, que desde 1935 ha rescatado
del pantano a miles de
alcohólicos. También agradezco
por todos aquellos que han sido instrumentos
del Creador para comunicarse
conmigo, como el pastor
José Lázaro de la iglesia pentecostal de Matanzas,
el custodio de la base de petróleo, el
peregrino de La Lisa,
los pastores Greg y
Margarita, el pastor Josué,
la doctora Ileidys
Vega Rodríguez, a quien consideré un ángel guardián durante mi ingreso
en el hospital Hermanos Ameijeiras, al doctor y profesor Ricardo González
Menéndez, a todos los que
han doblado las
rodillas por mí, y —no por ser el último el menos importante— por
su orientación y ayuda, al escritor y
siervo del Señor, el hermano Eric Adrián Pérez González y a su iglesia Bando
Evangélico Gedeón. Para todos pido a Dios bendición y protección.
*
Bebida casera hecha de meladura de
caña o de azúcar. Tiene
muy mal sabor
y gran demanda entre los alcohólicos de escasos
recursos.
El tema de
los vicios abarca un material muy vasto en su exposición y explicación, pues su
diversidad y contenido afectan en mayor o menor medida al hombre en
sentido genérico, perturbando por
ende a sus familias, y como consecuencia directa
de ello a los hogares, las iglesias, la sociedad en general y las naciones
por extensión. Miles y miles
de seres humanos
se ven afectados cada día, por
el flagelo que tributan
los vicios al hábitat perfecto
que Dios creó para sus criaturas.
Por ello con
esta ponencia, plantearé nuestro punto
de vista relacionado con el tema en cuestión. Cuando
se habla de vicios, se está refiriendo a
toda práctica o hábito que se considera inmoral, depravado o degradante en la sociedad. Otros exponen el uso de este
vocablo refiriéndose también a una
falta, defecto, una enfermedad o tan solo un mal hábito. Cuando
inquirimos los sinónimos de vicio localizamos una vasta sucesión que
va desde falta,
depravación, exceso, mala
costumbre, afición, inmoralidad,
hasta desenfreno, entre
otras.
Escrutando en
diversos diccionarios y sus
definiciones hallé algunas
como "excesiva afición a algo, especialmente si es perjudicial…", otra
como una "mala costumbre, el hábito de obrar
mal…" o como una "cosa a la
que es
fácil aficionarse…". En
este tiempo de
investigación hurgué en el origen etimológico de la palabra,
encontrando que la
misma proviene del latín vitium,
cuyo significado es "falla o
defecto"; aunque el significado social que se le ha aplicado a vicio
se ha
ido ampliando con
los siglos, incluyendo otras acepciones
en el presente. En la lengua de Shakespeare su definición es un término
jurídico genérico que abarca
muchos tipos de ofensas criminales, donde están
incluidas la prostitución, las apuestas,
la lascivia, la lujuria, el libertinaje y la obscenidad.
La expresión
vicio también se
aplica en sentido popular a diversas actividades consideradas
inmorales; a cualquier acción que el individuo no pueda ser capaz de controlar,
que lo lleve a conductas apremiantes
lesionando su calidad de vida. En ellas se incluye el consumo de bebidas
alcohólicas, la ludopatía que es la adicción a
los juegos de todo tipo; el
tabaquismo, por la dependencia que produce
la nicotina; la mitomanía, que
se define como
la adhesión a mentir compulsivamente; la cleptomanía, según la cual
robar es imprescindible para vivir;
la adicción al sexo, que en la
Biblia es tratada como lujuria, y esta a su vez se entiende como gusto
desmesurado por los placeres sexuales o
carnales; la pornografía, la televisión,
el café, la drogadicción,
entre otras tantas cosas que pueden
aplicarse a los
desenfrenos que hoy tratamos como
vicios.
Pero al expresar
nuestro sentir lo primero es exponer que
nuestro fundamento tiene que
estar cimentado en la Palabra de Dios, y
ella nos habla
sobre los vicios
y sus practicantes
definiendo nuestro modo de
pensar. En Prov 2:10 y versículos
siguientes, Salomón plasmó lo que de Dios recibió diciendo: ―Cuando la sabiduría entrare en
tu corazón, y
la ciencia fuere grata
a tu alma,
la discreción te guardará; te preservará
la inteligencia, para librarte del
mal camino, de
los hombres que
hablan perversidades, que dejan
los caminos derechos,
para andar por sendas tenebrosas;
que se alegran haciendo el mal, que se huelgan en
las perversidades del
vicio; cuyas veredas son
torcidas, y torcidos sus caminos‖.
Si somos
verdaderamente sabios tendremos cuidado para
evitar toda mala
compañía y las
protervas costumbres. Cuando
la sabiduría nos domina, entonces no solo llena
la cabeza; también entra
en el corazón
y preserva contra las
corrupciones de adentro y
las tentaciones externas. Siglos después en el exilio
Babilónico, el gran profeta Daniel fue juzgado por su vida pura en un mundo
perverso y con maléficas usanzas. La Biblia exalta su
integridad en Dan
6:4: ―Entonces los gobernadores
y sátrapas buscaban
ocasión para acusar
a Daniel en lo
relacionado al reino;
mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y
ningún vicio ni falta fue hallado en él‖.
El apóstol
Judas en su epístola,
de apenas un capítulo, se detiene a considerar las razones de
aquel cataclismo extremo que
sorprendió a los habitantes de Sodoma,
Gomorra, Adma, Zeboim y
Zoar, en el
versículo 7: ―Como Sodoma y
Gomorra y las ciudades vecinas, las
cuales de la misma manera que aquellos,
habiendo fornicado e ido en
pos de vicios
contra naturaleza, fueron puestas
por ejemplo, sufriendo
el castigo del
fuego eterno‖.
Y como epílogo de
una visión recurrente en el sentir de Dios, el apóstol Pablo
en la
llamada Reina de la Epístolas del
Nuevo Testamento, escribe: ―…teniendo el
entendimiento entenebrecido, ajenos de
la vida de
Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón;
los cuales, después que perdieron
toda sensibilidad, se
entregaron a la
lascivia para cometer con
avidez toda clase
de impureza. Mas vosotros no
habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y
habéis sido por
él enseñados, conforme a la verdad que
está en Jesús.
En cuanto a la
pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado
conforme a los
deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente
y vestíos del
nuevo hombre, creado según Dios
en la justicia y santidad
de la verdad‖,
(Efesios 4:18-24). Los vicios son
depredadores del bien, labradores del infierno, mutiladores de la santidad y
exponentes vívidos de la labor
del príncipe de
las tinieblas en este habitáculo llamado
tierra: hoy ganan espacios
diariamente. Por ello
es imprescindible que los
cristianos practicantes de la verdad
evangélica, luchemos por minimizar
los daños de este azote que crece
sin contención.
Un vicioso es
capaz de atacar
a una mujer, a un anciano o a un
niño indefenso por
obtener algún dinero
para comprar su estimulante. Está apto para convertirse en
un ladrón, con
tal de adquirir lo
que necesita su
organismo atrofiado y dependiente.
Puede convertirse en lo más
sucio, bajo, depravado y maldito que jamás haya imaginado un hombre.
Tiene el poder
de llenar una necrópolis asesinando
y devastando. Aborrece el amor
y se burla de la virtud
exhibiendo las pasiones
más oscuras. Su música es el sonido de una mítica sirena. Pliega
un hilo mortal sobre
la familia más
dulce que pudo tener. Es como la factoría de todo
lo putrefacto, protervo,
de la penuria y la
enajenación. Es un
embustero elocuente que promete
alegría y transfiere tristeza. Es el
peor enemigo de
la sociedad, de las naciones,
de Dios, y el mejor amigo de Satanás.
Su blasón
está manchado con la
sangre de seres inocentes que perdieron su vida o fueron lastimados
por sus desatinos. Ha llenado de criminales los
juzgados, penitenciarías, y sitios
de corrección penal. Ha poblado
asilos de ancianos y manicomios
como infortunada víctima.
Ha saturado nuestro
mundo tan bello con
lágrimas, gemidos, lamentaciones
y odios, y a
muchos, a consecuencia de su paso, los ha colmado de miseria y
desesperación. Pudiéramos definir el vicio otra
vez, pero ahora desde
una perspectiva espiritual
como el emblema de la enfermedad,
el pecado y la muerte.
Vivimos en
un mundo en el que es
permisible consumir drogas
con disímiles objetivos,
y en el
que es dable que jóvenes, padres, misioneros, pastores, educadores,
etc... Puedan llegar
a ser dependientes de
las mismas. Por ello debemos estar al tanto de qué son las
drogas, y cómo podemos prevenir su consumo.
Se define como
drogas que provocan adición ―a
las sustancias no alimenticias con
pertenencias psicoactivas capaces
de provocar dependencia y adhesión‖.
Junto a las drogas llamadas ilegales
que son combatidas por los gobiernos como
los opiáceos, alucinógenos, del
tipo Cannabis, barbitúricos, drogas de
diseño y anfetaminas,
hay otras sustancias,
como el alcohol,
licores de todo
tipo, tabaco, y café que también califican como tales. El
consumo de drogas,
tanto legales como ilegales, es un tema en
torno al cual en muchos
países hay sensibilidad. El uso y
arbitrariedad en la utilización de
las drogas representa
un problema grave, capaz
de provocar significativas
modificaciones de la salud y generar enormes
problemas sociales.
La táctica
de interposición para la prevención de
la drogodependencia debe perseguir un doble objetivo: respaldar mudanzas en los aspectos del
contexto del joven, que
se registran como
potenciales constituyentes desencadenantes del estreno al consumo, o que
vedan su
perfeccionamiento personal y una correcta adaptación, a través de la participación activa
de familiares, padres, pastores, y profesores
en la prevención. Se
debe conseguir en
el joven una
inclinación favorable hacia una
vida sana, hacia
una vida donde Dios
esté presente con
sus códigos morales elevados,
forjando para que aprenda
conductas, habilidades o competencias que
le permitan comportarse con independencia del medio y con plena
autonomía.
En esta
batalla contra los vicios,
existen una serie de tareas que
todos hemos de
realizar como ―actos
preventivos‖, con estos formamos el
sentido crítico de los
niños y
jóvenes, para que
puedan aprender a tomar decisiones que desarrollen su autocontrol, que
mantengan una actitud favorable hacia la
salud en general, que aprendan de los
ejemplos hermosos de la
Palabra, como José y
Daniel, por citar
solo dos casos
relevantes. Uno en
la moralidad, el
otro en la ingestión de bebidas alcohólicas. Además que
conozcan la naturaleza
y los efectos de esas sustancias psicoactivas.
Generalmente el
primer contacto con esos
narcóticos, se origina
en la pre adolescencia y la adolescencia. Factores psicológicos y
socio ambientales parecen ser los promotores del inicio, mientras que esos mismos
componentes, más los patrimonios
farmacológicos de las sustancias, son la causa del uso futuro con el
desarrollo de la dependencia física y psíquica del
que los ingiere. Cada vez con mayor frecuencia los
psicólogos reconocen la importancia de la familia en los orígenes
del empleo de los
estupefacientes y, por
lo tanto, su papel como agente preventivo es sumamente importante
para evitarlo.
Dios, desde
el principio, estuvo pendiente de la enseñanza de los niños en sus ordenanzas. En Deuteronomio
11 dice: ―…y las enseñaréis
a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en
tu casa, cuando andes
por el camino, cuando te acuestes, y cuando te
levantes, y las
escribirás en los postes de
tu casa, y en tus puertas;
para que sean vuestros
días, y los
días de vuestros hijos, tan numerosos sobre la tierra
que Jehová juró a
vuestros padres que
les había de dar, como los días
de los cielos sobre la tierra‖. La familia, la escuela, la iglesia y la sociedad,
deben y pueden jugar un rol importante para evitar el noviciado de un
vicioso, y tratarlo en su regeneración cuando se convierte en víctima.
Como medida
preventiva, nuestra iglesia no aprueba
el juego con fines lucrativos. Tampoco el
uso del alcohol
en ninguna de sus variantes (vinos, cerveza, rones,
etc.), ni del café, el cigarro,
ni de ningún estupefaciente cuyo uso no
sea indicado por un profesional
de la salud,
en casos que así lo
requieran.
Los vicios
son señales de esclavitud;
una servidumbre que mata, que separa socialmente y,
sobre todo, que
nos aleja de Dios.
Los fariseos opinaban orgullosos que ellos nunca habían
sido esclavos de nadie; pero el Señor les dio una lección
imperecedera: ―De cierto os digo,
que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado‖ (Juan 8:34). Sin embargo,
a quienes le abran el corazón les ha prometido libertad: ―Dijo entonces Jesús a los
judíos que habían creído en él:
Si vosotros permaneciereis en mi palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos;
y conoceréis la verdad,
y la verdad
os hará libres‖ (Juan 8:31,32).
EL
ALCOHOL Y SUS
CONSECUENCIAS
La historia de
las víctimas del
aguardiente es una historia de vergüenza, de corrupción, de crueldad y
ruina:
Ha quitado
la belleza y la hermosura al rostro y lo
ha dejado disforme y abotagado.
Ha robado
a las piernas
su fuerza, dejándolas vacilantes
e inestables. Ha quitado la
firmeza y la
elasticidad de los pies para
hacerlos débiles y falsos.
Ha robado a
la sangre su vitalidad y la ha llenado de
veneno, gérmenes de enfermedades y muerte.
Ha robado al
rostro su virilidad y fortaleza y ha dejado en su lugar las señales de la sensualidad
y de la brutalidad.
Ha corrompido la
lengua con blasfemia, necedades e infamias.
Ha inclinado
las manos al mal, haciéndolas instrumentos de
brutalidad y asesinatos, en vez de
serlo de utilidad y bien.
Ha roto los
vínculos de la amistad y ha sembrado los
gérmenes de la
enemistad.
Ha hecho
del padre cariñoso
y del esposo cumplidor,
un hombre tiránico, áspero y homicida.
Ha transformado
a la madre cariñosa y a la esposa hogareña en una verdadera fiera infernal y en
la encarnación de la brutalidad.
Ha robado
a la mesa su
abundancia, obligando al
hombre a
llorar de hambre y a pedir limosna en la vía pública.
Ha llenado
de criminales los juzgados, penitenciarías, cárceles
y casas de corrección.
Ha poblado las casas de asilo y manicomios con sus infortunadas
víctimas.
Ha llenado
nuestro mundo tan bello, de
lágrimas, gemidos, lamentaciones, odios, de
pobres desamparados, de miseria y desesperación.
La noche no se puede quemar*
—¡Fuego, fuego!
—Repetía sin descanso el viejo Tan Tan a
su ejército de soldaditos flacuchos, que eran la copia de su jefe hasta en la
forma de hablar. El general vestía un uniforme altamente inflamable. Había tenido una visión a la hora de
la fogata vespertina. Se vio con una inmensa antorcha quemando la noche. Desde entonces
no hablaba de otra cosa. Desde
que terminó la última guerra sus soldados hacían países de cartón y les daban candela
para divertir a su jefe.
Sus vecinos, los
acuátidos, instalaron una batería de regadíos junto a
la frontera para que
el viejo general
no pudiera agredirlos. Por su
lado, Tan Tan hizo construir el museo de los sueños quemados, donde siempre había
olor a pólvora
y mostraban urnas con
cenizas, pistolas de
fósforos, balas de fulminante, un trozo de bandera chamuscada y una
llama en memoria de la guerra contra los acuátidos. Un cansado dragón era el
encargado de mantener la llama encendida,
pues el general odiaba la noche.
Para festejar su
cumpleaños Tan Tan invitó a su aliado
Chispa Loca. -¡Viva el fuego! —Gritaban los
soldaditos durante el desfile, en medio de una andanada de fuegos
artificiales. Chispa Loca fue condecorado con la orden de la Centella. El general le comunicó la visión que había tenido y su ferviente
deseo
de quemar la
noche. Chispa no solo
estuvo de acuerdo,
sino que se sintió
inspirado con la
idea y se ofreció para llevarla a cabo.
Los centinelas acuátidos
avistaron con sus telescopios de
cristal líquido los preparativos de sus
rivales. Chispa Loca ensayaba piruetas en el espacio cuando el
sol se descolgaba del cielo, y achicharró
los primeros flecos
de la oscuridad. Estaban a punto de darle el golpe
mortal a la noche. El viejo Tan Tan ardía de risa.
A los soldaditos
se les calentaron
las manos de aplaudir.
Redoblaron chispeantes los
tambores. —¡Viva el fuego! —gritaban alegres. La noche comenzaba
a morir. La temperatura en el país de Tan Tan
se elevaba peligrosamente. De pronto Chispa Loca cayó de
lo alto. Con
la explosión que produjo,
el uniforme del
general se inflamó. A duras penas lograron apagarlo.
Hubo una gran
confusión, mientras los acuátidos seguían disparando sus
cañones de espuma. El museo quedó sumergi-do y la noche flotaba deliciosamente en los
canales acuátidos. Al general y a su ejército hubo que trasladarlos en un congelador-ambulancia. Para que se restablecieran de
sus chamuscaduras se
les puso un
tratamiento de agua helada en la
cabeza. Los médicos acuátidos tenían
la esperanza de curarles la obsesión del fuego; pero en
el húmedo rincón donde
se restablecía, todavía
inconsciente, Tan Tan balbuceaba a sus fieles soldados: ¡Fuego!
¡Fuego!
En cambio, su
aliado Chispa Loca,
una vez recuperado de sus lesiones, se convirtió en
un celoso guardián,
para que el fuego
fuera usado con
mucha precaución, solo donde
hiciera falta.
*Cuento del escritor
artemiseño Evasio Pérez González.
La alforja
En una alforja al hombro
llevo los vicios;
los ajenos delante,
detrás los míos.
Esto hacen todos;
Así ven los ajenos,
Mas no los propios.
Las moscas
A un panal de rica miel
Dos mil moscas acudieron,
Que por golosas murieron,
Presas de patas en él.
A otra dentro de un pastel
Enterró su golosina.
Así, si bien se examina,
Los humanos corazones
Perecen en las prisiones
Del vicio que los domina.
(Ambas fábulas son
del escritor español
Félix
María de Samaniego).
¡ S. O. S. ! ¡ A Y Ú D E N M E
!
Por el supervisor Isaí Simpson Jackson
“...Y estad siempre
listos para responder a todo
el que os pida razón de la esperanza que hay en
vosotros, pero hacedlo
con mansedumbre y
reverencia” (1Pedro 3:15).
Son muchas las
personas que se acercan a la iglesia, planteando serios problemas de sus vidas, para que se les
ayude. Hemos tomado dos ejemplos, de los que se
omiten los nombres.
El texto ha
sido adaptado para que sea publicable.
Caso No 1:
Tengo 42 años,
soy un profesional
y laboré como maestro
por diez años
en la enseñanza media. Por muchas
causas, y por
debilidad de mi carácter,
caí en el
alcoholismo. Ahora estoy atrapado,
perdí mi trabajo y a gran parte de mi familia, también estoy enfermo por el alcohol
y el cigarro. Me acerco a
ustedes, para ver
si me pueden ayudar, pues a pesar
de todo, siempre he creído en Dios.
Caso No 2:
Soy una mujer de 31 años, no tengo preparación técnica
ni universitaria, me gano
la vida haciendo el
trabajo que aparezca.
Tengo dos hijos y estoy divorciada.
En los últimos tiempos no he
logrado salir bien en ningún negocio, mis niños se
enferman constantemente, y
en cada cosa que
emprendo obtengo fracasos. Creo que mi vida está terminada, pero sé que debo
seguir luchando por mis hijos. Pertenecí a
una iglesia cuando era niña.
A estas personas, necesitadas de amor y comprensión, les digo: Han pedido ayuda en
el lugar correcto,
en la casa
de Dios. Y de
la misma forma
invito a todos los que están pasando por problemas y
dificultades debidas a la adicción, o
a las malas decisiones,
a que traigan sus
cargas a Jesús
para que puedan descansar.
No hay mala suerte en la vida, no hay personas nacidas
para la desgracia, ni condenados a ser
alcohólicos. Tampoco los fracasos
son el fin. Lo que sí hay en este mundo, es desorientación espiritual y
consecuencias de pecado. Pero eso tiene
remedio, y no por
nuestra propia fuerza, sino por
la de aquel que dijo:
―Estas cosas os he hablado,
para que en mí tengáis paz. En el mundo
tendréis aflicción; mas confiad, yo
he vencido al
mun-do‖ (Juan 16:33).
Siempre hemos aconsejado a
los que nos consultan, con una
frase común en el léxico cubano: Es mejor prevenir que tener que
lamentar. Y la mejor prevención
contra todo tipo
de mal que afecte el alma y el cuerpo, es vivir siguiendo
al Señor. Está
al alcance de todos,
gratuitamente, y tiene una probada efectividad.
Pero si ya usted está afectado, lo mejor es entregarle tus cargas y dolores a Jesús; él prometió llevarlas por
ti y librarte de tus
aflicciones. Claro que no descartamos
la ayuda de los profesionales de la
salud; ellos le
pueden ayudar a curar sus males
corporales; sin embargo usted tiene
que saber que solo
Jesucristo puede restaurar alma
y salud, ambas
cosas de una vez.
¡Gracias Señor por un milagro más!
Testimonio de Sanidad Divina
Testifca: Lázaro Leiva
Quevedo
Mi nombre es
Lázaro Leiva Quevedo, escribo
para dar testimonio de
varias sanidades que
se han efectuado aquí en
la ciudad de
Santa Clara, en la
iglesia Bando Evangélico Gedeón,
a través de una
sierva del Señor,
la hermana Digna Cuéllar, quien hace tres meses oró por nosotros.
Mi hermana Bárbara
Leiva Quevedo, de cuarenta
y tres años de edad, es vecina de
la calle Manuel Ruiz No 9, entre Alejandro
Oms y Barcelona; ella presentaba
un fibroma y cinco
quistes en el
útero. Se los detectaron
con ultrasonidos y
le dieron fecha
en el Hospital Materno
Provincial para intervenirla quirúrgicamente. La
llevé a la
iglesia gedeonista donde Digna
oró por ella y
se hizo la
sanidad divina.
Después mi hermana se presentó
al hospital y le repitieron
el ultrasonido; pero el fibroma y
los cinco quistes habían desaparecido. domiciliado en la misma
dirección de mi hermana, tenía
una muela en muy malas condiciones que me estaba ocasionando terribles molestias;
solo estaba esperando que
cesaran los dolores para que me la extrajeran; sin embargo,
antes de que eso sucediera, pedí
la oración a la hermana
Digna y
la muela sanó, incluso
quedó empastada.
Los dentistas no podían creer lo que veían. También
yo padecía de una
gran ansiedad y estrés, y el pasado dos de junio le pedí a esta hermana que
orara por mí. Ella lo hizo al terminarse el culto del sábado en
la mañana, y Dios
contestó su oración, pues desde ese
día mis nervios
están en completa paz.
Actualmente
soy candidato al bautismo en esta iglesia Bando Evangélico Gedeón, la cual visito
desde
el año 1990,
y que considero como
la verdadera iglesia del
Señor. Envío estos testimonios para darle a Dios y a
nuestro Señor Jesucristo
las gracias.
EL TIEMPO DE LA RANA
Por el miembro ungido
Alfredo Michel Suárez Sanfiel
La palabra cambio
es una de las
palabras más importantes que
existen y que
más usamos cotidianamente. Es
una palabra tan
importante que es definida en varias disciplinas y
contextos: sociología, psicología,
economía, deportes, clima, derecho, ciencias,
etc. Es una de
esas palabras que se pueden utilizar en
cualquier discurso, que
puede tener una connotación
positiva o negativa. Pero,
desgraciadamente, no nos la
tomamos tan en
serio.
Quiero que reflexionemos
sobre esto, aunque solo sea grosso modo. El hecho
de que vivimos
en un mundo de
cambios es una
realidad innegable; el cambio
es continuo y no podemos escapar de él, siempre estamos sufriendo las consecuencias de los
cambios y rápidamente
nos habituamos a tener
que pasar por ellos
sin reflexionar mucho, sin inquietarnos.
En la naturaleza
hay una ilustración acerca del
cambio que nos
puede servir. Casi todos
conocen que si una
rana cae en
un recipiente con agua
y este se pone a
calentar, entonces la
rana permanecerá en él hasta
que muera, porque no es capaz de
percibir el cambio gradual. Sin embargo, si cae en agua caliente; por cuanto el
cambio es brusco, enseguida saltará. En gran medida la ilustración
de la
rana se puede aplicar a nosotros en un sinnúmero de situaciones. Al presente
el mundo está cambiando muchísimo.
Pero esto del
cambio, como ya
vimos, no es
nada extraño. Lo que sí
es extraño es la aceleración
en los cambios y la pérdida
de la ilusión
de la estabilidad. Parece que
nunca el mundo
había sido tan dinámico en
cambios, movimientos y cosas
nuevas. Pablo menciona en
Hechos 17:21 a los atenienses de
su tiempo: “Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes
allí, en ninguna otra
cosa se interesaban
sino en decir o en oír algo nuevo”. Si estos atenienses
estuvieran hoy aquí, sin
dudas que se
quedarían perplejos y se
hastiarían ante el espectáculo que ofrece el mundo de hoy.
Hay cambios dramáticos en cada aspecto de la vida de hoy;
para solo mencionar los más significativos: tecnológicos, medioambientales, económicos, demográficos, culturales (en las mentes de
individuos que conforman
las sociedades); todos
estos con infinitas ramificaciones y complejidad.
De modo que no tenemos ni la más mínima
idea de a dónde irá a parar todo.
Sabemos que siempre, desde que Dios hizo al mundo, ha ha-bido cambios;
pero insisto sobre
lo acelerado del cambio
en el mundo de hoy.
Otros lapsos con
muchos cambios en
la historia han
sido los de la primera
y segunda revoluciones industriales: Primera: desde los primeros
usos del carbón en 1732, hasta la producción de electricidad en 1869.
Segunda: desde la
producción de electricidad en
1869 hasta la I Guerra Mundial (1914). Pero esos momentos
de la historia no igualan lo que se está
viviendo. La aceleración del mundo de hoy es increíble. Actualmente el
conocimiento científico se duplica,
aproximadamente cada 5 años, aunque esta
cifra varía (crece). ¿No les viene a la mente la profecía
en Daniel 12:4?
Siempre me ha llamado
la atención la forma en que nuestro fundador estaba pendiente
de los eventos y cambios en el mundo. Nuestro
fundador fue un hombre
que observó al
mundo buscando pistas
de la segunda
venida de Cristo; y como fundador
imprimió este rasgo en nuestra cultura. Pero hoy esto ha cambiado
en nuestra pequeña
comunidad, y este
cambio no es para
bien. Creo que
cada día se
hace más necesario retomar ese énfasis,
tan bien apoyado en la Biblia, de nuestro fundador y esa actitud de
expectación.
Este era un punto clave en nuestra
cultura; de esto dan
testimonio las primeras ediciones de
nuestra revista. Si
miramos a la
primera página quedamos convencidos al
instante de su
intención. Voy a citarles algo de una sección común
titulada EN LOS
POSTREROS DÍAS SE MULTIPLICARÁ LA CIENCIA. Dan. 12.4. (Después titulada
CIENCIA DE LOS POSTREROS DÍAS):
“Cuando el escritor era niño, la mayoría de
los edificios eran
de un piso. Hecho
hombre visité la ciudad de
Chicago para apreciar
las vistas desde lo alto del templo masónico, unos
10 ó 12
pisos. Años después visité
la ciudad de New
York”. Año 1 Número 1, 15 de sep-tiembre de 1939.
“Alzándose a 85 pies del suelo está la elevada
cola de la
nueva nave aérea Howard
Hughes, el avión más grande que el mundo ha visto. La
grande nave está ahora casi lista para ser
probada, habiendo sido construida a
un costo de
18000000 de pesos. (Internacional)”. Año 8 Número
5, mayo de 1947.
Creo que se
están dando cambios bruscos en estos tiempos y no les
prestamos toda la
atención que merecen. Creo que cambios tan bruscos le
enviarían señales de peligro aun a la rana (si tomamos su
caso) y la
harían saltar sabiamente por su
vida. Reaccionemos a tiempo, que
las profecías de
su retorno no sean
en vano para nosotros. Es una recomendación de
la Palabra estar atentos a las señales de los
tiempos.
Tenemos también la
palabra profética más segura, a
la cual hacéis bien
en estar atentos
como a una antorcha que alumbra
en lugar oscuro, hasta
que el día
esclarezca y el lucero
de la mañana
salga en vuestros corazones. 2
Pedro 1:19.
150.000 y yo
¿No le gusto? ¡Oiga, a pesar de mi
apariencia soy un
original del Creador,
tal como usted! No me mire con
esa repugnancia. Fui
creada con igual perfección
como usted, solamente que
a mí se me han
confiado otras tareas. Por eso el Creador me dio otra forma. Además
soy más importante
para usted de lo que piensa. Si
tiene un poco de paciencia al
escucharme, le prometo que se maravillará y en el futuro
seguramente me tendrá en más alta estima.
Mi domicilio es, por así decirlo, el suelo en el que usted
planta sus tomates y pepinos, sobre el
que juega al
fútbol y construye sus
casas. Allí he
cavado yo con toda
diligencia. Mi vivienda está a
bastante profundidad – aproximadamente metro y medio debajo de la superficie. Con esta cifra pertenezco
al término medio. Pero
según tengo entendido
el récord mundial para lombrices
es de 8 metros
de profundidad. Mi
vivienda la necesito solamente dos veces al
año: en invierno riguroso y en el
estío. Entonces me enrosco cómodamente
y espero a que lleguen tiempos mejores.
Mi nombre
Soy su lombriz de
tierra. Como me encanta la lluvia,
que ablanda la tierra y me invita a salir a
la superficie, en Alemania me
llaman «gusano de la lluvia» (Regenwurm).
También puede llamarme «Lumbricus
terrestris», que aunque suena más
científico significa lo mismo. Algunos
me llaman «lombriz vulgar», pero no
porque sea ordinaria
o basta, no, vulgar,
significa simplemente
«común». Es verdad,
que soy común
y muy corriente, pero, no obstante soy una maravillosa obra del Creador.
Algunos de ustedes
tienen problemas, porque se
sienten como personas «comunes». Se
sienten inútiles y
están quizás airados con Dios.
¡Qué equivocación! Aún en lo común hay todavía tanto maravilloso que no
saldrá del asombro el que haya empezado una vez a admirarse. Y aparte
de eso: El mundo de Dios
no puede componerse solamente
de criaturas poco
comunes; necesita un
montón de seres comunes como usted y yo.
«Mi modesta persona»
Es hora de que le diga algo con respecto a mi persona: Ahora tengo
aproximadamente 1 año y mido 20 centímetros. Algunos de mi familia
pueden incluso llegar a vivir 10 años. Nuestros mayores parientes viven en Australia. Con un diámetro de tres centímetros
miden hasta tres metros. Enorme ¿verdad? Por encima de mi faringe está mi
cerebro. Aunque es más pequeño que el suyo,
en principio, funciona de la misma manera. ¿O cree usted que yo
no lo necesito?
¡Entonces explíqueme cómo me las
arreglo para que tres olas de alargamiento
y acortamiento recorran
simultáneamente mi cuerpo cuando
tengo prisa!
Mi ojo es solamente una
parte sensible a
la luz en
mi parte delantera. Mi Creador
sabía que no necesitaría más. ¿De qué me hubiera servido un
ojo complicado? Pues
lo único que necesito
reconocer es cuándo he llegado a la
superficie y cuándo debo cavar otra vez hacia abajo. La luz del sol es
peligrosa para mí, incluso podría matarme. Pero a pesar de eso puedo
soportar una resecación de mi
cuerpo de hasta el 70 % de mi peso y, por otra parte, también puedo sobrevivir 100
días debajo del
agua. ¡A que usted sería incapaz!
Mis enemigos
Prefiero no hablar de mis enemigos. Pero si me quiere comprender
bien, tendrá que oír esto
también, porque está relacionado con mis
habilidades más asombrosas. Usted no me
puede matar con arrancarme un trozo. Porque bajo ciertas condiciones puedo
regenerar los miembros que
faltan.
Mi Creador ha
programado mis genes de tal
forma que mi
trasero, por ejemplo, vuelve
a crecer si
ha sido arrancado por un
accidente. Y ahora maravíllese: incluso
mi cabeza, con
todo lo que contiene, puede
volver a crecer.
Lo que le acabo de decir
no es un
cuento, ¡Es verdad! Lamentablemente, se aprovechan de esto también mis
enemigos los topos.
Me cazan cuando
por equivocación entro en alguna
de sus galerías. Entonces me quitan de un
mordisco la cabeza
con tres o cuatro segmentos más, con lo cual me dejan sin
posibilidad de moverme.
Luego me pegan en
la pared de su despensa. Un biólogo
polaco contó una vez 1.200 lombrices en tal cámara de horrores. Pero
si logro escaparme
de la voracidad topera en el
invierno, entonces tengo una oportunidad de salvarme. Después de crecer de
nuevo mi cabeza puedo abandonar ese lugar tan peligroso. Lo malo es que el
topo no es
mi único enemigo. Podría contarle
aún de terribles persecuciones y torturas, en las que usted también... Pero por
cortesía callaré. ¿Sabe que nosotros
también tenemos que sufrir por la caída en el Edén? Lo que su antepasado lió,
lo tenemos que
sufrir todos nosotros. Por
eso esperamos ardientemente
que toda la
creación sea liberada de la «esclavitud de corrupción». Léalo en su
Biblia, en Romanos 8:19-23.
Mis méritos
Los científicos han calculado que en una hectárea de buena
tierra producimos en 24 horas más de 100 kilos de humus. Eso serían al año unas
40 toneladas que repartimos bien
sobre toda la
superficie. Naturalmente no lo hago yo sola. Conmigo viven unas 150.000
lombrices más, en una superficie del
tamaño de un
campo de fútbol. En
una rica pradera
puede haber incluso varios
millones. Si quisiera
pesarnos a todas juntas, seguramente que tendría dificultades.
Porque pesaríamos alrededor de
500 kilos. Eso equivale a la ganancia de
carne que un campesino obtiene del ganado mayor
que se alimenta de
la hierba de esa misma superficie.
El caso es que los
expertos nos alaban por nuestra
«gran potencia para la reestructuración y elaboración del suelo». Si nos da un poco
de tiempo, digamos
300 o 400 años,
puede estar seguro
de que habrá pasado
por nuestro estómago
la masa total de
tierra hasta una profundidad
de 40 centímetros. Así cumplimos la
tarea que nos ha
dado el Creador.
Nuestra existencia, por muy insignificante que le
pueda parecer, sirve para glorificarle a Él.
¡Huye!
Por la Evangelista Magbis P. Verdecia Toledano.
Quizás este consejo
te parecerá de cobardes, pero vamos a analizar algunos hechos de hombres
de los tiempos bíblicos, y luego me dirás… Si conoces la historia de José, recordarás que la esposa de Potifar se asió de sus ropas, y
que él las dejó en sus manos y huyó.
David tuvo la vida de Saúl en sus manos
en varias ocasiones, y aun sabiendo que
Saúl quería matarlo, ¿qué hizo?:
¡huyó!
¿Crees que estos varones fueron cobardes? ¡Seguro que no!
Eran jóvenes llenos de vigor e inteligencia. Entonces, ¿por qué huyeron? Pues
para no pecar. Ellos comprendieron la abominación del adulterio y el horror del
homicidio y tuvieron el valor de huir. A veces la valentía consiste en dar la
espalda. En estos tiempos la tentación
se presenta de muchas maneras; tal vez
no te veas en una situación extrema
como las que enfrentaron José y David; pero seguramente no pasará
un día sin que un amigo te ofrezca
un cigarro, una cerveza, un trago de ron. ¿No te han
invitado a probar alguna droga? ¿No te han
invitado a iniciarte en las
relaciones sexuales? ¿No te
han invitado a tomar lo que nos les pertenece?
Sé que para un joven es difícil negarse, porque entonces
empiezan las burlas, las acusaciones: ―¡Vah, eres un flojo!‖, ―¡eres un
gallina!‖.Comprendo lo importante que resulta la aprobación de tus amigos, y
entonces te recuerdo que se necesita más valor para rechazar, para huir, para soportar las críticas. No obstante, cuando veas a un
alcohólico tirado en la calle, o a una persona con los dedos y los
dientes manchados por el cigarro
y con una tos persistente; cuando sepas que alguien fue
a prisión por robar; piensa que todo empezó de la misma manera: ―Un trago no le
hace daño a nadie‖, ―un cigarrito no te va a enviciar‖, ―tal cosa no tiene
dueño, podemos llevárnosla‖.
Cuando te enteres
de que un conocido no ha logrado la estabilidad matrimonial, o que su familia
se fue a pique, o que contrajo una enfermedad de trasmisión sexual, piensa
que los hábitos que nos definen
comienzan en la adolescencia y la
primera juventud, y que si no se siguen las recomendaciones de la Biblia, con
toda seguridad pasarán estas cosas.
Puede ser que en algún momento tengas que decidir: ante la
tentación, no te enfrentes, ¡huye! No te creas fuerte; no te creas capaz de
resistir. Pablo recomienda a Timoteo en su segunda carta: ―Huye de las pasiones
juveniles y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz con los que de
corazón limpio invocan al Señor‖. Sé valiente, ¡huye!
APOYANDO LA VISIÓN DE DIOS.
Por el pastor Raimel Barrios Izquierdo.
Todos sabemos que Dios
es visionario, y siempre que él va a hacer algo, comisiona
a alguien que
haga realidad su visión,
su sueño aquí
en la tierra; si él quisiera
enviaría a los ánge-les a desarrollar
sus planes; pero él nos quiere usar a nosotros,
te quiere usar a ti y a mí. Quisiera
ofrecerte algunas ideas sobre
la visión de Dios para que la
apoyes de todo corazón.
El primer paso del Todopoderoso, pararealizar sus propósitos, es despertar
en nosotros su visión, el entendimiento de sus designios y el anhelo por
realizarlos. Así fue como
inquietó el espíritu
de Nehemías (Neh 2:5), invistió a Débora del valor que les
faltaba a los hombres (Jue 4), y
despertó a Zorobabel
(Hag 1.14). Cuando Dios te abre
los ojos entonces también te da
visión, y hace
arder tu alma con
una pasión que
te consume.
En la mañana despiertas
pensando en ello, durante
el día el
bombardeo de ideas arremete
en tu mente, llegas
a la noche y la llama sigue
adentro. Muchas veces nos desanimamos, muchas veces
llegamos a dudar,
pensamos que no lo lograremos,
que son solo sueños, que no somos nadie ni tenemos lo que hace
falta para lograrlo;
entonces entra Dios nuevamente para
recordarte que es más que un
sueño, es una
visión del Altísimo, un propósito
divino; que si él lo sembró en tu
mente, entonces también lo cosechará.
En segundo lugar
la visión de Dios pone una carga en
tu corazón (Neh2:12). Alguien ha
dicho: ―Si usted no
siente carga por la
obra; usted es
una carga para la obra‖. La
visión de Dios necesita gente que se
la eche al
hombro. En 1 Crón 15:12-15, dice que al Arca del Pacto
había que llevarla sobre los hombros de los
sacerdotes; no sobre un carruaje nuevo (ver también 1 Crón
13.7). Oswald Chambers dice que es más
fácil servir a Dios sin
una visión, más fácil trabajar para él
sin un llamado,
porque entonces no eres molestado por lo que Dios exige; el sentido común es tu
guía, revestido de un
sentimiento cristiano.
Prosperarás
más y
tendrás más éxito y más tranquilidad de corazón, si nunca te das cuenta
del llamado del
Altísimo; aunque esa prosperidad no representa la aprobación de Dios.
Cuando realmente recibes una
comisión del Señor, la memoria
de lo que
Dios quiere vendrá
como un acicate:
ya no podrás
trabajar para él
sobre la base
del sentido común. ¿Qué
es lo que
realmente tengo por precioso? Si Jesucristo no me ha comisionado, encontraré
mi vida preciosa para mí mismo.
En cambio
Pablo dijo que estimaba su
vida preciosa, solamente con el fin de cumplir el ministerio que
había recibido; él
rehusó emplear su energía en
cualquier otra cosa. Hechos 20:24
declara el casi
sublime fastidio de Pablo
al pedírsele que se
considerara a sí mismo; él era absolutamente
indiferente a cualquiera
otra consideración que no fuera la de cumplir el ministerio que había
recibido. El trabajo práctico podrá ser un competidor contra la entrega a Dios,
porque el trabajo práctico se
basa en este
argumento: ―Recuerda cuán útil eres aquí‖, o ―piensa de cuánto valor
serías en esa clase especial de
trabajo‖.
Esa actitud no toma a Jesucristo como el guía respecto a dónde deberíamos
ir, sino a nuestro criterio respecto a dónde seríamos
de más utilidad. Nunca consideres si eres de utilidad; pero siempre considera
que no eres tuyo, sino de él. Por eso la visión de Dios te
saca del confort, de tu vida
pasiva, acomodada, y te pone a trabajar para él. Nehemías estaba muy
bien, era el copero del
rey (Neh 1:11), Moisés
estaba muy bien, era
potencialmente el próximo
faraón de Egipto (Heb 11:24-25), Abram estaba
muy bien en
Ur de los
Caldeos (Gén 12:1).
En tercer
lugar, siempre se sabe cuándo
la visión es de
Dios a
causa de la inspiración que la acompaña. Las cosas se
nos presentan en la
vida con grandeza
y a manera
de tónico, porque todo está vigorizado por el Todopoderoso.
Si Dios te da espiritualmente un tiempo de
tentación en el
desierto, como se lo dio a su Hijo, sostente, y el poder de sostenerte está
allí porque ves a Dios. La prueba
de que tenemos la visión es que estamos tratando
de obtener más de lo que hemos
abarcado. Es algo negativo
el estar satisfecho
espiritualmente. ― ¿Qué pagaré
a Jehová?‖, dijo el salmista, ―tomaré la copa de la salvación‖.
Tenemos la tendencia de buscar satisfacción
en nosotros mismos: ―Ahora tengo
todo asegurado; ahora estoy
enteramente satisfecho; ahora puedo
sostenerme‖.
Instantáneamente
estamos en camino del desastre. Debemos siempre
tratar de obtener más de lo
que hemos alcanzado.
―No que ya lo
haya alcanzado, ni
que ya sea
perfecto‖. Si tenemos
solamente lo que hemos
experimentado, no tenemos nada;
si tenemos la
inspiración de la visión de Dios, tenemos más de lo que podemos experimentar.
Guárdate del peligro de un
relajamiento espiritual. Y por último recuerda que la visión de Dios siempre
se puede realizar
con gente sencilla (Neh 3:5).
Echemos un
vistazo en 1 Cor 1:26-28: ―Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois
muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles;
sino que lo
necio del mundo escogió
Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del
mundo escogió Dios, para
avergonzar a lo fuerte;
y lo vil
del mundo y
lo menospreciado escogió
Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es‖. He tenido siempre
como premisa pastoral trabajar
con los que
quieren trabajar. Muchas veces
los que tienen potencial,
permanecen inactivos en los
bancos del templo;
ora por ellos, predícales
con pasión la Palabra,
pero deja que
sea Dios quien los
despierte.
Tú trabaja
y lleva adelante la visión con aquellos sencillos y humildes que
están dispuestos a invertir
lo que tienen
en la obra del Señor; verás que
los dividendos son satisfactorios, porque el Padre
se glorifica en
los que le buscan y los capacita. Según
Plutarco, la muerte de Alejandro Magno, el
gran conquistador, ocurrió luego
de tomar vino; el célebre historiador la contó así: "Dio
pues convite a
Nearco, y habiéndose bañado
ya, como lo tenía
de costumbre, para irse
a acostar, a
petición de Medio marchó a su
casa a continuar la cena; y habiendo pasado
allí bebiendo el siguiente día, empezó a sentirse con calentura.
Aristóbulo dice
sencillamente que le
dio una fiebre ardiente con
deliro, y que
teniendo una gran
sed bebió vino; de lo que resultó ponerse frenético, y
morir en el día
treinta del mes Daisio."
Tomado de Las Vidas
Paralelas, de Pl Querido pastor, la
visión de Dios para
tu vida es
una meta, lo
suficientemente grande como para
que entiendas que sin él, no lo lograrías.
Es más que
un sueño o
un deseo. Todos tenemos sueños,
todos tenemos deseos; sin
embargo pocos tenemos visión,
pocos sabemos hacia dónde
queremos ir y cómo
queremos que acabe
nuestra vida. Parafraseando a
Craig Groeschel, la vida de todos
terminará en algún lugar
y en algún
momento, pero solo la vida de unos cuantos terminará en el lugar y en algún momento a
propósito.
PABLO RECOMIENDA EL USO
DEL VINO (1 TIMOTEO 5: 23).
La recomendación
fue que Timoteo tomase ―un poco de vino‖. Pablo basó
la recomendación en el estado de
salud de su
joven amigo, "a causa de
tu estómago, y
de tus frecuentes
enfermedades". Para él, el vino sería remedio
y no bebida. En su
época los medicamentos
eran pocos, mayormente el vino y el aceite. El vino se usaba mucho para
ponerlo en las heridas, pues el
alcohol servía de desinfectante. Ahora
tenemos mejores desinfectantes y
mejores medicamentos para el estómago, sin exponer al paciente a costumbres peligrosas.
Una
historia triste
Del número 8, año 1 del mensajero
(1940)
Historia contada por Juan B. Gough.
En un pueblo rural,
el pastor de una
iglesia fue llamado
de urgencia a casa
de uno de
sus miembros. Allí había
ocurrido una desgracia.
Era la primera vez que aquel
hombre bebía y llegó a su casa borracho. El hijo único, de unos
ocho años de
edad, bajó las escaleras del frente, dando palmadas y gritando:
―¡Papá ha regresado a la casa!,
¡papá ha regresado a
la casa!‖. El padre lo agarró
por los hombros y lo empujó
hacia un lado; luego él mismo dando tropezones fue a caer en la sala.
El pastor tuvo
que pasar la noche allí, presenciando una
escena horrible; de cuando en cuando salía para refrescarse con
el aire nocturno; tenía
el corazón agobiado.
El dueño de la casa y
miembro de su
congregación dormía en la sala,
completamente inconsciente de lo que
había sucedido; la
esposa permanecía acostada en
su cuarto, víctima de
fuertes convulsiones debido a la tragedia, y el cadáver del
niño, yacía en su
cama, cubierto con
una sábana y con una
mancha azul en la sien,
donde se había golpeado con uno de
los escalones. Por
fin el hombre despertó, miró a su
ministro, se pasó una
mano por la
cara y dijo:
―¿Qué pasó? ¿Dónde estoy?
¿Dónde está mi hijo?‖ El pastor lo
condujo hasta la habitación del muchacho, y levantó
la sábana del cuerpecito inerte. El hombre dio un largo
grito de espanto: ― ¡Ay, mi hijo, mi hijo!, ¿¡qué he
hecho, Dios!?‖
Un año
después sacaban a aquel desdichado de un asilo para dementes, a fin de sepultarlo
junto a su esposa y a su hijo.
Un hombre que
no pasaba de treinta
años de edad, terminó
con todo lo que
amaba por una borrachera. Y
aun siendo tan
estremecedora esta historia, el
pastor que presenció todo, se volvió un
alcohólico, y pasó
sus últimos días trabajando en una caballeriza para procurarse algún dinero
con qué beber.
La opinión femenina
La confianza: medicina matrimonial
Por la evangelista Carmen Rebeca
Verdecia Toledano.
La infidelidad matrimonial puede convertirse en
un ciclo vicioso. Hay personas que van
dejando detrás una estela de
divorcios e hijos, y
aún siguen buscando una relación
satisfactoria; pero con todas las parejas les sucederá lo mismo. Estas personas,
por lo
general, no han conocido la
esencia de una relación amorosa. Para
llegar a la plena realización
como cónyuges, ambas partes deben crear una confianza absoluta. Cuando no hay
confianza en tu matrimonio, estás dirigiéndote a una relación abusiva o puede
que ya la estés viviendo.
Para saberlo
analiza si alguno de los dos tiene miedo de expresar lo que siente o lo que
piensa. ¿Y qué solución podemos darle a
esta situación? Hay que empezar
a construir una relación sana y
profunda. Es imprescindible mejorar la comunicación, y para esto lo primero
es que aprendas a
escuchar. Deja que tu esposa o
esposo diga todo lo que tenga que decir, no interrumpas. Por supuesto no
se trata de oír solamente, tienes que
prestar atención, entender,
sensibilizarte con lo que
él o ella está expresando. Empieza
siempre tus respuestas criticándote tú con franqueza. No veas como una
debilidad expresar tus necesidades; no temas hacer el ridículo: todos tenemos
necesidades de todo tipo, la diferencia está en que pocos tienen la confianza
para comunicarlo.
No tengas
miedo celebrar a tu pareja por cualquier motivo. Aprende a disfrutar haciendo
feliz a la otra persona. Piensa bien antes de hacer una crítica y busca la manera
más cariñosa: la vida es breve y fatigosa para pasarla en pleitos, es mejor proporcionarse
placer y momentos felices. No rehúyas a
tu pareja cuando quiera conversar para resolver un problema; eso es alargar el
disgusto innecesariamente. Este es un mal muy común; pero las consecuencias son
amargura y resentimiento dañándonos por dentro y minando
la relación. Si hay
que discutir un
asunto, hazlo de manera
imparcial.
Todos los matrimonios discuten; lo
lamentable es que casi ninguno sabe hacerlo de forma positiva. En un
debate entre esposos sobran los insultos y las palabras lacerantes. No traigas
a colación contrariedades del pasado o que no tengan que ver con lo que están
tratando. Recuerda, crear
confianza hará más placentero
el matrimonio. La solución no debe
ser terminar y buscarse otra
pareja, porque al fin y al cabo los problemas volverán a repetirse. Aprende a
convivir en una intimidad placentera y segura en que ambos se sientan
cómodos, libres de expresarse y
compartir hasta los asuntos más
espinosos. Sé cuidadoso con tus expresiones
y tu
trato, porque la confianza cuesta
mucho edificarla, pero se puede perder en un instante.
Iriolvis Cala Ordoñez
4/6/2012
Hoy mi
iglesia se llena de gloria. Lo he bendecido para mi gloria. Quiero jóvenes que
me honren y me alaben viviendo en santidad. La mies es mucha y los obreros
pocos. Es tiempo de brillar
con la luz de
mi Espíritu. Sígueme y
te usaré. Amén.
Obispo
Onésimo Rodríguez
Disney Silot Turro
4/6/2012
Joven a ti te
digo levántate, camina conmigo llena de mi gloria. Ya los campos están blancos
para la siega. Necesito obreros
que trabajen en mi
viña. Haz tu parte con excelencia
y yo estaré contigo. Amén.
Obispo
Onésimo Rodríguez
Ángela Matos
5/9/2012
Mi compasión
no tiene límites, de los cuatro cabos de la tierra estoy llamando a los míos,
ella estaba reservada para este día. Yo soy su ayudador, su amigo, yo la he
cuidado de la muerte para que se goce conmigo y con la iglesia. Vengo pronto, estén
listos, velando que el fin viene como un relámpago.
Vengo pronto. Amén.
Superintendente
Emilio González.
Julia Hernández
5/9/2012
Regocíjate
dentro de los sufridos y fieles, te he llenado de mi gloria, de la salvación.
Todo el que me busca me haya, porque yo he venido para salvar y para que tengan
vida eterna. Ya la siega está lista,
vengan, entren a la gran cosecha y serán
recompensados. Es todo Señor? Es todo. Amén.
Superintendente
Emilio González.
Iraida Hernández
5/9/2012
Hoy se han
abierto para ella las puertas de mi gloria, para glorificar mi nombre en ella.
Su amor por mi provocó mi misericordia. Llena está de mi Espíritu Santo para
que me sirva amando mi ley y enseñando mi palabra, y sea ejemplo de los fieles
y estará conmigo en mi gloria. Amén.
Superintendente
Juan Charón
Mayelín Gaínza
5/9/2012
Orando por
ella recibí: también la he llenado de mi Espíritu Santo porque quiero usarla
con poder. Si me eres fiel te usaré para mi gloria, porque yo soy tu Dios y tu
salvador. Amén.
Superintendente.
Juan Charón.
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